martes, 12 de marzo de 2013


Barrera sanitaria: el carro delante de los caballos

La medida de Nación tomó desprevenidas a las provincias. Se había acordado esperar un tiempo para recomponer los stocks de hacienda..
Está todo arreglado. Ganamos tiempo para poder armar un plan que nos permita reestructurar los stocks de hacienda y de esta manera solucionar dos problemas que se nos avecinaban: la suba de precios en las góndolas y la crisis en los frigoríficos”, aseguraba a mediados de febrero un funcionario rionegrino que había participado de las reuniones con el ministro de Agricultura de la Nación Norberto Yauhar y el impulsor de la medida, Haroldo Lebed.
Pero la realidad volvió a estar por encima de las continuas promesas que hace el gobierno nacional a las provincias. El 28 de febrero desde el Ministerio de Agricultura se oficializó el corrimiento de la barrera sanitaria al río Colorado y la medida fue puesta en marcha ese mismo día. Dada la rapidez con que se hizo todo, nadie tuvo la posibilidad de pedir una prórroga o hacer algún tipo de reclamo ante la decisión.
La lógica política obró en concordancia, tal como lo viene haciendo desde hace años: las provincias de Río Negro y Neuquén –afectadas por la medida– salieron a respaldar la decisión del poder central sin decir ni “mu”.
Funcionarios que hasta unos días atrás “entendían” ante la industria que un corrimiento sin programa de reconversión de stocks era un negocio para pocos, a partir del 28 de febrero dejaron de “entenderlo” sin ningún tipo de aclaración. “No tenemos margen para discutir estos asuntos en una mesa nacional. Y sí, nos habían prometido tiempo, pero bueno…”, se sinceró otro funcionario neuquino que pidió ser mantenido en el anonimato. Queda claro que la crítica situación fiscal de las provincias condiciona cualquier planteo de este tipo ante Nación.
La posición de las provincias de Río Negro y Neuquén respecto del corrimiento de la barrera siempre fue claramente expuesta ante las autoridades nacionales. Aceptaban el cambio de estatus sanitario, pero solicitaban un tiempo prudencial para recomponer los alicaídos stocks ganaderos existentes al norte de la Patagonia. Este pedido, medido en tiempo, iba de dos a tres años. Una solicitud lógica. Nación no estaba dispuesta, en principio, a esperar tanto y se llegó a hablar del corrimiento definitivo para fines de este año. Pero las conversaciones se cortaron abruptamente y el 28 de febrero pasó lo que tenía que pasar. Nuevamente se colocó el carro delante de los caballos.
¿No hubiese sido más fácil trabajar para recuperar los stocks y, conseguido esto, trasladar la barrera? Pero no, se hizo exactamente al revés.
Tan sólo horas después la industria frigorífica regional dejó de estar en la agenda de los funcionarios provinciales.
En Río Negro se habla ahora de la posibilidad de implementar un “corredor sanitario” que permita abastecer de animales pesados a la industria para poder continuar con los programas de exportación pendientes. Pero esta alternativa será de difícil implementación.
Los ganaderos, por su parte, defienden con total derecho su posición. Presentaron un plan para destinar tierras a la producción de nuevos forrajes, lo que permitiría albergar las cabezas necesarias para sostener la demanda de carne en el mercado. Pero esto llevará su tiempo y, hasta que se concrete, los precios de la hacienda y de la carne en góndola crecerán en forma importante. Está en la lógica de la economía de mercado que se maneja en la región: a menor oferta de carne, los precios subirán. Tampoco hay que dejar de mencionar que la puesta en producción de nuevas tierras destinadas a la ganadería necesitará de una importante inyección de dinero, activo hoy escaso en la región.
En definitiva, el tiempo dirá cómo se terminará reordenando el mercado cárnico en la región. A priori se puede anticipar que hay un ganador, los productores, y dos perdedores: la industria y el consumidor.

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