Que siempre se aprende algo nuevo es sabido y aceptado. Muchos tamberos comprenden -porque saben ver- que las vacas mejor cuidadas dan más leche y permanecen más sanas. Los técnicos recién nos estamos ocupando de esto.
Hace muy poco pude ver por televisión a un productor de conejos para consumo que exporta a Europa; los europeos le pusieron -como requisito- utilizar jaulas distintas a las convencionales. Las mismas debían simular el ambiente natural de la especie. Las nuevas jaulas ocuparon tres veces más espacio que las anteriores y el productor notó una hiperactividad de sus conejos, que iban de un lado al otro, subían y bajaban a distintos niveles y hasta jugaban con pelotas de ping-pong.
Este productor -que hizo el cambio para mantener el negocio- pudo comprobar que, a pesar de la gran actividad que mostraban los animales, mejoraron su conversión alimenticia y se redujo sensiblemente el índice de mortandad. "No sé porqué", afirmaba el hombre por televisión, "pero así sucedió".
En mi trabajo como asesor en bienestar animal en tambos, tuve en una sola jornada la oportunidad de filmar vacas en los corrales de espera de dos tambos. En uno donde hay "mediasombra", ventiladores y aspersores, filmé a muchas vacas rumiando en el corral de espera, mientras que en el otro, una hora después, en el corral solo había sol, cemento... y vacas; "ninguna" de esas vacas rumiaba y un alto porcentaje tenía notoriamente aumentada la frecuencia respiratoria.
En ambos tambos los conteos de células somáticas son muy diferentes (diferencia de 350.000 CS/cc), así como el porcentaje de casos clínicos de mastitis. Las caídas de producción en los días de más calor son, en el tambo en el que las herramientas de confort se han implementado, prácticamente inexistentes si se las compara a las del otro tambo, que superan los 3,5 litros/vaca/día.
Si se considera que el estrés calórico afecta además la fertilidad y la inmunidad, fácil será ver, para el que quiera ver, que las vacas piden cosas para devolver plata, y es bueno dárselas.
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