El rábano es la “raíz carnosa” que se obtiene de la planta que tiene el mismo nombre. Posee un sabor picante y se consume como hortaliza. Tienen un efecto estimulante de las glándulas digestivas, a la vez que incrementa el apetito.
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Existen variedades de diversas formas esféricas, cónicas, cilíndricas y ovaladas. Está recubierto por una corteza en la que también hay bastante diversidad; puede ser roja, blanca, morada, negra o roja y blanca, aunque las más frecuentes son las variedades rojas. La carne es blanca excepto algunas variedades asiáticas que son rosáceas. La mayoría de las propiedades terapéuticas del rábano se deben a la presencia en su composición de ciertos compuestos azufrados. Tienen un efecto estimulante de las glándulas digestivas, a la vez que incrementa el apetito. Por ello, su consumo está indicado en caso de anorexia así como en patologías biliares y hepáticas. Los compuestos azufrados del rábano también presentan acción antibacteriana y antiviral, además de balsámica y expectorante. Por ello se puede incluir en dietas de personas con problemas respiratorios. Su efecto diurético se debe a los compuestos azufrados y está potenciado por su contenido en potasio. Usos de los rábanos El rábano se usa tanto crudo como cocinado; en el primer caso, es importante que sean rábanos tiernos, que mantengan su sabor fresco. En rábano usado en cocciones, sólo hay que dejar volar la imaginación, algo para lo que una visita a las varias sugerencias que hay en Internet puede ayudar. Predominan las recetas con rabanitos, los clásicos de color rojo y blanco por dentro…, pero la diversidad y utilidades de los rábanos, va mucho más allá. Utilizados en IV gama, aportan un sabor fresco y su color llamativo, además de sus propiedades nutricionales. Y, según el tamaño, son una IV gama natural, como los tomates cherry, los arándanos, etc. |
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