lunes, 4 de marzo de 2013


Multiplicad los panes y los peces . . . 

A pesar de los ingentes esfuerzos mediáticos y los gastos en los que incurre el Gobierno en esta materia, no se puede inventar lo que no existe. Aunque se lo disfrace o lo disimule por un tiempo. “La única verdad es la realidad” (Juan Domingo Perón).
Y la realidad es que, aunque el discurso vaya en otro sentido, las cada vez más desesperadas acciones oficiales para lograr fondos adicionales (y adelantados) dejan en evidencia que los números públicos son mucho más ajustados, y que la recaudación tributaria no estaría siendo tan buena como se deja trascender.Lo que justificaría los nuevos atrasos que están sufriendo las devoluciones del IVA, los reintegros, etc., en los que está incurriendo la Administración Kirchner y que, en definitiva, no es más que un reflejo parcial de la retracción económica que se está viviendo en el país, particularmente, y mucho más evidente hoy, en las provincias y pequeñas localidades a diferencia de los grandes centros urbanos que, de todos modos, también están encendiendo ya las luces de alerta.
En este contexto se podría enmarcar la sorpresiva reunión a la que citó a los exportadores del complejo agroindustrial, el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Es innegable que, sobre todo, el complejo sojero es el más estratégico y el que más “satisfacciones” le viene dando al Gobierno casi desde el arranque de la Administración K en 2003. Entre otras cosas, porque prácticamente se exporta en su totalidad (como grano, aceite o harina).
De tal forma, es el que justifica el grueso de las prefinanciaciones anuales, que rondan los US$ 10.000 millones, y también las retenciones agropecuarias que, en este ciclo, se calculan en algo más de US$ 9.000 millones (si la cosecha no sigue cayendo).
Es cierto también que en el Gobierno hubo una fuerte alerta cuando desde la dirigencia sectorial se anunció que los “productores podrían llegar a no vender la cosecha”, lo que en los sensibles oídos oficiales sonó más como una amenaza que como un anuncio aunque, en realidad, ninguna de las entidades del campo cuenta con el suficiente ascendiente sobre los agricultores como para inducirlos a vender o no, y además, lo que está sucediendo es lo habitual cuando no hay demasiada certeza en el rumbo de la economía. Esto es: los productores retienen una parte de la producción porque constituye su liquidez y porque no ganan nada liquidando en forma adelantada (mucho menos cuando entre el dólar oficial y las retenciones, el dólar/soja es de apenas $ 3,25). Y esta vez no importa si, como estiman algunos, “el 50% de la soja a cosechar estaría comprometida por las deudas en las que se incurrió para su producción”. Algunos venderán para cubrir esos compromisos de entrada y otros van a esperar.
Para aumentar el nerviosismo, además, la recolección también se va a demorar, no solo porque la temperatura bajó de golpe y eso lentifica la maduración de los cultivos, sino que de entrada nomás, se implantaron, tanto el maíz como la soja, entre 3 y 4 semanas más tarde.
El caso es que en algún área del Gobierno esto se sabe, como también se conoce que el volumen a recolectar está muy lejos de las expectativas iniciales de 55/60 millones de toneladas para la oleaginosa, y que puede bajar más aún si el clima se vuelve a complicar en el otoño.
También se sabía, por las declaraciones juradas, la AFIP, etc., la cantidad de harina que hay para exportar en forma inminente, los volúmenes que los exportadores ya tienen, y que si los productores no venden lo poco que les va quedando en stock es imposible que los restantes eslabones de la cadena lo puedan liquidar.
Entonces, ¿para qué Moreno reunió a los exportadores y dejó que trascendiera la convocatoria?
Es evidente que la exposición a la que está sometido el funcionario “todo terreno” es muy grande y, por ende, también su desgaste. 
Y, como el Gobierno está atravesando una etapa con crisis en varios frentes, también se sabe que habrá algunos “fusibles” y recambios que permitan descomprimir y ganar algún tiempo. Esto se agudizó especialmente, después del domingo pasado cuando fue “despedido” por la propia Presidente, el Ministro Florencio Randazzo, decisión luego “postergada”, merced a la mediación de otro encumbrado hombre del Gobierno que ofició de Samoré.
De ahí que varios especulen con que, en realidad, Moreno lo que está haciendo es tratando de hacer “buena letra”, y que trascienda en los medios como para no estar entre los “que se van”, al menos en esta primera etapa.
De todos modos, si esta fuera la estrategia, no le alcanzaría para conseguir lo comprometido, o sea, los volúmenes de soja para exportar ya, y liquidar las divisas que hacen falta. Excepto que pudiera “multiplicar”, como narra la religión cristiana que hizo Jesús con los “panes y los peces”, pero eso no parece demasiado factible.

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