ara grata sorpresa del Perú nutricio, a 17 meses de la toma del poder y marcando una inflexión en el continuismo neoliberal, el gobierno del Presidente Ollanta Humala acaba de dar una promisoria señal de querer honrar su principal promesa electoral ante el campo y —a la vez— atender la primera necesidad de nuestro pueblo en pleno, al proclamar al 2013 como “Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria”
● Ante ello debemos resaltar, primero, que ningún gobierno contemporáneo adoptó una decisión políticamente tan abarcadora y potencialmente señera; segundo, que ella responde a un imperativo ineludible ante el ensombrecido presente y el futuro deseable del país; tercero, que su cumplimiento compromete a todos los poderes, organismos y niveles del Estado, y cuarto, que —para el efecto— tal decisión política tiene el espaldarazo capital del artículo 88 de la Constitución y las políticas de Estado XV y XXIII del Acuerdo Nacional.
● Sin embargo, como el desarrollo rural y la seguridad alimentaria son tareas y objetivos multisectoriales de largo plazo, realistamente el gobierno mismo debe comprender que el camino más corto y fácil para comenzar a alcanzarlos en menor tiempo, es el desarrollo integral y sostenible del agro. Pues, por un lado, ahí está la gran base social y el gran eje económico de la ruralidad, además con enormes potencialidades inhibidas por la desatención estatal; mientras que, por otro, el incremento de la producción interna resulta determinante para lograr o recuperar la seguridad alimentaria del país.
● O sea que, tal como lo demuestra la historia de todos los países exitosos de la tierra, en todos los tiempos y todos sistemas político-económicos, apostar por el agro significa matar varios pájaros de un tiro, comenzando por los que se ha propuesto el régimen nacionalista en su reciente proclama.
● ¿Qué hacer entonces para que el “Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria” signifique el inicio de un proceso orientado a cerrar las grandes brechas que hoy separan dramáticamente al campo y la ciudad, así como a reducir la gran vulnerabilidad de nuestro país ante el volátil abastecimiento alimentario externo?
● Hay múltiples opciones, pero las más prácticas y viables son aquellas que propicien y faciliten sinergias intergubernamentales, intersectoriales e interinstitucionales, para remontar el drama de tener muy pocos recursos materiales frente a grandes necesidades que atender.
● En este sentido, se debería:
1) Vertebrar en una gran mesa interinstitucional e intrasectorial todas las capacidades de creatividad, propuesta, persuasión y negociación del Ministerio de Agricultura, las direcciones regionales agrarias, las municipalidades rurales, las universidades especializadas y las instituciones representativas de los productores y profesionales agrarios; tanto para concertar un programa mínimo de lo que se puede y se debe hacer participativamente en el y por el frente agroproductivo; como para definir —incluyendo las estrategias necesarias— lo mínimo que se puede proponer o pedir a los demás organismos del Estado en aras del desarrollo rural y la seguridad alimentaria .
2) Mantener constantemente informado al Presidente Ollanta Humala acerca del proceso, para que apoye las gestiones ante los diversos sectores e instancias de la administración pública, dado que ha sido él —por convicción personal e imperativo moral— quien decidió el lema del presente año, con fines obvios.
3) Persuadir al Congreso de la República para que ejerza sus funciones legislativas y fiscalizadoras en pro del cumplimiento inmediato del “Año de la Inversión.....” por todos los organismos y niveles del Estado. En la parte legislativa, el Congreso debería —incluso— sacar una ley-marco que convierta la proclama anual en un compromiso continuo del Estado hasta el logro de los objetivos fijados o —mínimo— hasta el año del bicentenario de la independencia nacional (2021). Pues de no ser así, los propósitos del lema caducarían con el presente año, sin haber echado siquiera raíces, y
4) Despertar a las colectividades agrarias, campesinas y nativas para que entiendan —de una vez por todas— que mientras no sepan buscar y aprovechar las oportunidades políticas con potencial de beneficio masivo —no de menudas granjerías, sinecuras y granujerías personales por las que las usan y traicionan ciertos(as) “dirigentes(as) gremiales”—, jamás podrán salir del atraso, la pobreza y las frustraciones intermitentes.
● “El Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria” es una virtual mesa servida para que las capacidades concertadas del agro responsable y visionario hagan sentar y actuar en torno a éste a todo el resto del Estado
● Finalmente, sin duda que con esa proclama el gobierno del Presidente Humala busca reconciliarse con su propio discurso electoral y con el sector que decidió su victoria, además de ensanchar sus posibilidades de éxito. Eso está bien. Pero el régimen también debería recordar que para tener éxito en política primero hay que merecer o recuperar la confianza del pueblo; confianza que jamás se gana si las palabras son desmentidas o contradichas por los hechos-
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jueves, 7 de marzo de 2013
PERÚ: “Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria”
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