domingo, 12 de mayo de 2013

Cómo aumentar la producción de maíz en áreas no aptas, el desafío que se viene


 El técnico del INTA Pergamino, Alfredo Cirillo, analizó las variantes para producir más maíz en terrenos hostiles para el cultivo.

El maíz, uno de los cultivos emblemáticos del país, deberá encarar una creciente demanda para alimentos y combustibles en los próximos años. Eso pone al sector agroindustrial ante un desafío: cómo producir más en lugares que no son los más adecuados, a priori, para desarrollar el cultivo. El técnico del INTA Pergamino, Alfredo Cirillo, da algunos puntos a tener en cuenta para incrementar la productividad.

“El maíz es uno de los cultivos extensivos típicos de nuestra región que más sufre las variaciones del ambiente. Tiene un alto potencial, pero a la vez es muy sensible. Estará expuesto en algún momento a deficiencias hídricas y temperaturas extremas”, explicó Cirillo.

Para aumentar la producción, nos cuenta, hay diversas alternativas: “O sembramos más superficie, aumentamos los rendimientos por superficie, o ambas. En primer caso, uno puede aumentar dedicando a maíz y no a otro cultivo. Allí, tienen los problemas económicos-financieros que hacen más favorables un cultivo u otro. La otra manera es agregar más tierras a la producción, que no son tan aptas. Estas situaciones de estrés se dan más frecuentes (allí)”.

“La tercera alternativa-prosiguió- es incrementar la cantidad de cultivos por año en la misma superficie”.

Las dos últimas implican “que esos maíces estén expuestos a situaciones menos favorables, como limitación de recursos y temperaturas extremas. La decisión de una inversión importante para compensar esas carencias son el resultado de un análisis económico. Si el potencial no le permite alcanzar los techos (de rendimiento) quizá no lo aplique. Las zonas menos productivas están asociadas con un paquete más limitado”.

Los efectos del estrés en el cultivo es de una gran pérdida de rendimiento: “Cualquiera de ellos afectan la expansión de los tejidos vegetales. Si esto se prolonga, afectará el tamaño de esa área de hojas que son responsables de la captura de luz. Si el estrés se hace intenso, se afecta en cómo convierte la luz en masa vegetal. Esto será mucho más severo cuando ocurra en etapas críticas para el rendimiento”.

Por ello, “es necesario aumentar el conocimiento de cuáles son estas respuestas para poder manejarlas, ya sea esquivando el momento de mayor estrés o con alternativas de manejo para que podamos enfrentar estos nuevos escenarios, y de esa manera, manejar con bases fisiológicas para que podamos atenuar los efectos negativos. Es evidente que corregir limitaciones ambientales implica gasto. Pero otro ajuste, que es del manejo, tiene costo cero. Moviendo  la fecha, puedo tener un impacto importante”.

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