viernes, 3 de mayo de 2013

Con menos trigo, no sólo se resignan divisas


Las señales oficiales que estarían en carpeta para reactivar el área triguera deberán acelerar el paso: durante este mes comienzan las siembras -el puntapié de la campaña agrícola 2013/2014-, pero entre los productores reina el desencanto al cabo de un lustro de intervenciones que motivaron un fuerte retroceso en la superficie destinada al cereal.
La alerta no sólo está puesta en el frente económico, sino también sobre otro flanco más sensible en el largo plazo, el de la sustentabilidad de los suelos y del modelo productivo.
En el seminario de la Fundación Producir Conservando, la semana anterior, afloró este aspecto, con datos sobre la mesa: se advirtió que el desbalance de áreas de cereales y oleaginosas no permite un planteo sustentable en varios ítems: carbono, agua, coberturas, erosión, malezas, plagas, enfermedades.
Mientras la superficie agrícola aumentó un 17 por ciento entre los trienios 2002/2005 y 2009/2011, la extracción de nutrientes lo hizo en un 27 por ciento. Las dosis de fertilizantes utilizadas no alcanzan a reponer la extracción realizada y la participación de los cereales será clave en el futuro para atenuar y superar los desequilibrios, se recordó.
Voces en la misma dirección se levantan desde el ámbito académico. Daniel Miralles, docente e investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires menciona que la caída en la siembra de gramíneas -desde 2006- tuvo también un impacto negativo sobre los rendimientos en soja y permitió la aparición de nuevas malezas, cuyo control se realizaba naturalmente con las gramíneas o con herbicidas de amplio espectro. Y hoy se tiene que hacer con agroquímicos más agresivos: se están volviendo a utilizar las mezclas de herbicidas que se aplicaban en las décadas de 1970 y 1980.
Desde la vereda de los productores, el expresidente de Cartez, Néstor Roulet, salió al cruce de quienes apuntan que la caída del área triguera fue "compensada" por otros cultivos como cebada, colza o moha.
La ventaja del trigo, dice, es que en el sistema de siembra directa pasó a integrar el ciclo de doble cultivo (soja o maíz en los últimos dos años, gracias al desarrollo de materiales de ciclo muy corto). Al no implantar el trigo antes de la soja o de maíz, se perdió la posibilidad de producción de uno de esos dos cultivos.
Roulet evaluó diferentes escenarios y calculó que el aumento de la producción de trigo -sin la intervención del mercado y con una rebaja de las retenciones a la mitad- no sólo mejoraría la participación del cereal en la canasta agrícola (matriz sustentable). También se recuperarían 2.677 millones de dólares anuales que hoy no ingresan al país. Con una política activa, el trigo aportaría 5.800 millones de dólares en exportaciones (un 500 por ciento más que este año) y el Gobierno recaudaría el triple por derechos de exportación.

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