lunes, 27 de mayo de 2013

Día Nacional de la Olivicultura




Información enviada por: San Juan - Producción
SAN JUAN 24 DE MAYO DE 2013- En Argentina, se celebra hoy el “Día Nacional de la Olivicultura”, una jornada oficial (Decreto Nacional Nº 7030/53, de justamente el 24 de mayo de 1953) en honor a todo el mundo relacionado con la oliva y el aceite.

La elección de la fecha deriva de que fue el 24 de mayo de 1591 cuando hubo el primer asentamiento español en Aimogasta, y se considera que no mucho más tarde se plantó un magnífico olivo, actualmente cuatricentenario, que es Monumento Histórico Nacional (Decreto Nacional Nº 2.232/46) y que hace que Aimogasta sea “Capital Nacional del Olivo”.



Reseña Histórica de la Olivicultura en San Juan

La olivicultura en San Juan nace en 1706 de la mano del Sacerdote Sanjuanino Alonso Hernández, en el Departamento de Pocito, donde existían los primeros molinos aceiteros. En 1823, durante la Presidencia de Mario del Carril, las plantaciones de olivo se extienden hasta el departamento de Angaco.

Durante el Gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, en 1863, se elabora un plan económico para hacer frente a la crisis del país. La prioridad era el desarrollo de la actividad olivícola. Sarmiento en uno de sus discursos expresó: “Han desaparecido los inmensos olivares que señalaban en otros tiempos las propiedades aristocráticas, la tierra de vuelo estéril para el olivo y han sido cortados los árboles, segando uno de los pingues industriales”.



Esto dio oportunidad al inicio y desarrollo de la industria olivícola en Jáchal, Departamento noreste de la provincia de San Juan.

En 1876, comienza una nueva etapa de transformación económica en San Juan. La inmigración, colonización y la llegada del ferrocarril permitieron que la provincia se incorporara a los tiempos contemporáneos.

Las familias Titareli, Del Bono, Fabrega y Rufrano, de origen español e italiano, fueron las precursoras de la actividad olivícola en San Juan. Trajeron plantines de distintas variedades y maquinarias con las que instalaron fábricas.

Durante esta época se produce un aumento de la demanda interna de aceitunas y aceite, por lo cual Argentina tiene que importar estos productos de España e Italia.

En 1930, a causa de la guerra civil española, caen las importaciones de aceite de oliva proveniente de Europa, ocasionando una escasez en la oferta. Esto lleva a que el 29 de setiembre de 1932, se promueva la ley de promoción del cultivo del olivo, lo que provoca que se impulsen fuertes lazos aduaneros de importación de todos los productos derivados del olivo. Esta normativa es el inicio del apogeo del cultivo del olivo, actividad que se expande hacia las provincias de Mendoza, La Rioja, Catamarca, San Luis, Buenos Aires y Entre Ríos. Mendoza fue más allá de la misma y sancionó la Ley de Fomento de la olivicultura, a la que San Juan se adhiere en breve.

A partir del gobierno de Federico Cantoni, hubo una permanente búsqueda para lograr diversificar la olivicultura en San Juan. Se estimuló el crecimiento intensivo de cultivos de olivo en Iglesia y Calingasta, incrementándose el ya existente en Jáchal.

En 1953, se organiza la primera reunión de productores olivícolas, integrada por representantes del sector industrial, productores y comerciantes. Teniendo como objetivo promocionar la actividad olivícola y la formación de un organismo que agrupara la totalidad de los productores de San Juan, se crea la Cámara Olivícola de San Juan, cuyo principal objetivo fue la defensa de la Producción olivícola en San Juan, considerada uno de los recursos productivos más importantes de la provincia en esa época.

Durante 1954 se afianza la industria olivícola con la promulgación de nuevas leyes nacionales en apoyo de la actividad, generando la instalación de varios establecimientos procesadores de aceitunas en conservas y fábricas de aceite.

En esa época, la producción en Argentina permitía abastecer el mercado interno y el excedente se exportaba. La superficie cultivada en el país era de 60.000 ha., con casi 7,5 millones de plantas, teniendo San Juan una producción de 8.000 ha.

En 1960 se crea la Corporación Nacional de Olivicultura, que agrupaba a los productores del país, con dirección en San Juan, y centro en Buenos Aires. La función principal de la corporación fue la de fomentar el cultivo del olivo y principalmente la investigación de la producción olivarera, creándose la Quinta Experimental de Alto de Sierra, ubicada en el Departamento de San Martín. Entre 1975 y 1976, el INTA absorbe el terreno que ocupaba la Corporación, dejando un legado de 75 a 85 variedades de plantas de olivo.

Durante esta década, se produjo una campaña de desprestigio del aceite de oliva a nivel mundial, argumentando que era un producto nocivo para la salud humana, lo que provocó una caída muy importante del consumo y del precio del aceite de oliva, que no pudo competir con los aceites de semillas.

Esta situación se extendió hasta los años 90, momento desde el cual, luego de una gran campaña a favor de los beneficios saludables que presentan los aceites de oliva, se produce un gran auge de plantaciones de olivo gracias a la implementación de la Ley de Diferimientos Impositivos, principalmente en las provincias de Catamarca, La Rioja y San Juan.

Nace así la nueva olivicultura en San Juan, con una tecnología de punta, convirtiéndola en la segunda actividad productiva de la provincia, después de la vitivinicultura.



San Juan, provincia olivícola

En San Juan, el clima, agua y suelo son los pilares en que se fundamenta la olivicultura. El clima con sus más de 300 días de sol por año, fija los aromas y sabores, marcando cualidades en los aceites que los hacen especiales.

San Juan posee un clima seco y la humedad es relativamente baja, del orden del 30 % al 50 %. Las precipitaciones, de origen estival, rondan los 90 mm como promedio anual. Las temperaturas pueden llegar a ser extremas, alcanzando los 5º a 6º bajo cero en invierno y los 40º respectivamente en verano. El resto del año, el clima es estable, especialmente en otoño y primavera.

Todas estas características hacen que se obtengan un aceite de oliva de cualidades particulares. Su sabor frutado coincide con el gusto de los exigentes consumidores que apuestan cada vez más a un perfil naturista.

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