domingo, 5 de mayo de 2013


“La reforma judicial viola la Constitución y abre el camino para intentar una re-reelección”

En una entrevista con WE, el politólogo y ex secretario de Cultura de la Nación, José Nun, analiza la década kirchnerista. Cuestiona duramente la reforma de la Justicia y habla sobre la corrupción en la era K. Dice que “la falta de seriedad política en el país ya roza la caricatura” y desalienta la inversión.
El ex secretario de Cultura de la Nación, José Nun (2004-2009), hace ya tiempo que dejó de adscribir a las filas del kirchnerismo, aunque su proceso de alejamiento del modelo nac&pop, que supo defender con pasión, no tuvo un desenlace abrupto sino más bien gradual (ver recuadro). En rigor, este politólogo y académico de renombre siempre fue un hombre de matices, a diferencia de algunos de sus colegas intelectuales kircneristas, que todavía hoy abrazan sin fisuras las políticas del gobierno de Cristina Kirchner, sean o no indefendibles. Nun, en cambio, aún en tiempos en los que simpatizaba con el kirchnerismo, no dejaba de marcar sus disidencias con el relato oficial. Hoy, esas diferencias parecen irreconciliables, al punto que el ex secretario de Cultura se muestra, en una entrevista con WE, más crítico que nunca con el gobierno de CFK.
l Se cumplieron 10 años de kirchnerismo y hay un debate acerca de si fue una década ganada o una década perdida. ¿Qué opina?
- Yo le escapo siempre a los razonamientos dicotómicos. Creo que es una década que tiene claroscuros. Hay áreas en las que se avanzó y áreas en las que se retrocedió y otras en las que se había comenzado a avanzar y se dejó de hacerlo. Y otras más recientes, como el matrimonio igualitario, que son una adquisición del último par de años. Desde el punto de vista económico-social, el gobierno de Néstor Kirchner implicó ganancia, lo mismo que el último año de Duhalde, en relación a la brutal crisis de 2001-2002. En otras palabras, la diferencia entre los sectores de mayores y menores ingresos era más o menos de 54 veces cuando asumió Kirchner y cuando terminó era de 28 veces. Hoy los cálculos faltan porque no tenemos Indec, tenemos cifras falsas, pero la diferencia de ingresos estaría en 24, 25 veces. Ahora, esta misma cifra es tramposa porque no tiene en cuenta la enorme corrupción y los enormes niveles de dinero negro que se mueven en la economía y que no serían cuantificables ni siquiera si el Indec no mintiese.
l ¿Y en qué hemos retrocedido?
- En lo económico creo que hay un considerable retroceso, el indicador principal de esto es el aumento de la inflación, por más que se la haya tratado de negar y el ministro de Economía se quiera ir (risas). Pero la inflación es un indicador de otra serie de problemas importantes: hasta 2006, la Argentina exportaba combustible y desde entonces estamos en una crisis energética que nos obliga cada año a destinar alrededor de u$s 12.000 millones en importación de combustible.
l¿Hay un quiebre a su juicio entre las gestiones de Néstor y Cristina?
- Insisto en rechazar la dicotomía. En ciertas cuestiones ha habido continuidad y en otras cambios producidos por políticas equivocadas, algunas de las cuales apoyó en vida el propio Kirchner. Lo que no creo que hubiera ocurrido con Kirchner con la ostensible gravedad que está sucediendo ahora es que la economía argentina carezca de una conducción unificada a nivel nacional. Se disputan parcelas de poder el ministro de Economía, el vice, la presidenta del Central, el secretario de Comercio, y esto hace que la política económica resulte cada día menos previsible y que los inversores se espanten.
l Y en lo institucional, ¿cómo estamos?
- En lo institucional, me parece que (Kirchner) hubiera manejado con mucha más habilidad ciertas cuestiones que en este momento están agobiando a la Argentina como, por ejemplo, la reforma judicial.
l Hay opositores y sectores ligados a la Justicia que han catalogado esta norma como el fin de la República. ¿Coincide?
- Muchos opositores se lanzaron a sostener que en todas partes el Poder Judicial es contra mayoritario y que por lo tanto lo del voto popular es un disparate que no sería admitido en ninguna parte del mundo. No es cierto. Ahora, hay países que tienen un sistema de revisión de constitucionalidad fuerte. Esos países son EE.UU., Canadá, Alemania y la India. La Argentina adoptó como modelo el de estos cuatro países, que no constituyen para nada la mayoría y que son países que tienen dos condiciones: constituciones rígidas, es decir, para modificar la Constitución no basta con una mayoría sino que se requieren dos tercios de votos. Lo mismo que acá. Y por el otro lado, la Corte Suprema en condiciones de revisar la constitucionalidad de las leyes que apruebe el Congreso. Por eso el argumento de contra mayoritario es un argumento discutible. Lo que no es discutible es que esta reforma judicial en lo que hace a la reforma del Consejo de la Magistratura, a la modificación de la medidas cautelares, viola abiertamente la Constitución. El artículo 114 de la Constitución prohibe hacer lo que se está intentando hacer.
l Pero las críticas apuntan en esa dirección…
- Sí, pero si usted no pone el gran énfasis en esto, lo que abre es el camino a una potencial invención para lograr la re-reelección, que está prohibida por la Constitución. El énfasis tiene que ser marcar la inconstitucionalidad, lograr que la Corte lo confirme y de esta manera cerrar el camino a lo que es el intento de fondo, a mi juicio, que es probar las aguas para poder tomar medidas legislativas que vulneren la Constitución. A usted le puede gustar o no que el artículo 114 diga lo que dice, lo importante es que lo dice y si lo quiere cambiar tiene que reformar la Constitución.
l ¿Ése es el fin último?
- Es no solo este avance sobre el Poder Judicial sino sobre la Constitución, porque es muy difícil imaginar que muchos de los juristas que son diputados o senadores oficialistas ignoren esto que le estoy diciendo. Se está en una puja para ver hasta dónde se puede llegar.
l ¿En esta línea se enmarca el pedido del gobernador de Chaco de hacer una consulta popular por la re-reelección?
- El gobernador de Chaco sería ya susceptible de una demanda porque esta consulta popular está prohibida. Un gobernador que está haciendo un planteo inconstitucional se está haciendo acreedor a un juicio político.
l ¿Será finalmente la Corte la que le ponga freno a esta reforma tan polémica?
- Ahora no puede expedirse y creo que hace muy bien en no expedirse, porque en este momento no hubiera cambiado la votación a libro cerrado prácticamente y estaría recusada para poder juzgar. Creo que la Corte no puede sino declarar inconstitucionales tres de las seis leyes que se han aprobado. Me refiero a la reforma al Consejo de la Magistratura, a las cautelares y las cámaras de Casación. No hacer eso sería negar su propia trayectoria. No me resulta imaginable que lo haga.
l ¿Cómo leyó las denuncias de corrupción en el programa de Lanata que involucran al empresario K Lázaro Báez y a Julio De Vido?
- La corrupción es una patología de la democracia en los países capitalistas, y no hay democracias en los países no capitalistas. A eso aluden los que dicen corrupción hubo siempre. La cuestión es que va cambiando el carácter de la corrupción: en los años 90, la corrupción era más descentralizada. Lo que acá va quedando en evidencia es que en esta década la corrupción es unitaria, que siempre remite al mismo vértice.
l ¿Dice que está “institucionalizada”?
- Institucionalizada, pero con hilos que cuando se van tirando conducen siempre al mismo lugar y esto la hace mucho más cuestionable. El programa de Lanata creo que ha dado evidencias y que es muy difícil exigirle a un periodista que dé más pruebas de las que ha dado, porque son dificilísimas de obtener. Ahora, qué sencillo sería para el señor Báez salir a desmentir que él controla las tres empresas constructoras que han ganado todas las licitaciones de obras públicas en la Patagonia, especialmente en Santa Cruz. Pero no ha desmentido absolutamente nada. La evidencia presentada por Lanata no es fabricada; está presentando los boletines oficiales donde aparecen siempre compitiendo estas tres empresas y una de ellas ganando la licitación.
l ¿Le llama la atención que Cristina no haya salido a desmentir? Porque en el fondo, la denuncia está diciendo que Báez era Kirchner…
- Me llama mucho la atención, honestamente espero que ocurra, porque de lo contrario estaríamos en una situación gravísima. Sorprende a la opinión pública esta denegación de la realidad. Como hay una cierta costumbre, porque se ha negado la inflación, se niegan habitualmente los problemas y uno espera que mañana aparezcan pruebas que desmientan a Lanata. Imagino que el mismo Lanata está esperando y deseando eso.
l Da la sensación de que ahora que la economía no anda tan bien, la sociedad está menos dispuesta a tolerar la corrupción. Porque sobre las denuncias de Lanata antes había escrito, y mucho, Luis Majul…
- Sí, pero con menor trascendencia en la opinión pública, porque la farandulización de esta denuncia de Lanata fue un bumerang. Según encuestadores, el 95% de los adultos en la Argentina están enterados del tema gracias a que esto circuló en tantos programas.
l El caso también evidencia, otra vez, la falla de los organismos de control. La UIF no reportó nada y tenía información.
- Ya no es falla. Sistemáticamente, el Ejecutivo ha desarmado los organismos de control y ha puesto gente adicta al frente. El único que sobrevive es la AGN y hubo un fuerte embate para alejarlo a Despouy. No hay ningún órgano independiente, salvo la AGN, que dentro del sector público esté controlando al Ejecutivo.
l ¿Confía en la Justicia Federal? ¿Cree que irá fondo en el caso Báez o tendrá el destino de la causa por supuesto enriquecimiento ilícito de los Kirchner, que se cerró en tiempo récord?
- La verdad es que no hay razones para confiar. Es notable que el Gobierno se queje, para avalar la reforma judicial, de la falta de jueces y demás, cuando al 53% de los jueces los nombró el kirchnerismo y hay como 40 nombramientos que están esperando ser resueltos desde hace dos años. Además, ha sido la mayoría kirchnerista en el Consejo la que sistemáticamente vetó el juicio político a Oyarbide. Esto es monstruoso, porque Oyarbide es el que rápidamente absolvió al matrimonio presidencial de las denuncias de enriquecimiento ilícito y esto pasó a la Cámara I en lo Penal, que es también de integración kirchnerista, y confirmó la absolución. Son cosas que inhabilitan para hablar en términos reales de Justicia a quienes están impulsando la reforma judicial. No parecen tan preocupados cuando les concierne a ellos.
l Lo escuché plantear que el problema de la Argentina es que lo incorrecto, lo malo, se ha naturalizado. ¿Cuál sería el camino para desnaturalizar, por ejemplo, la corrupción o que el Gobierno nos mienta sobre la inflación?
- Hay que promover discusión, diálogo, controversia en todas partes para que el hombre común primero, se entere, y segundo, pueda discutir estas cosas. En el mundo, en general, los sistemas impositivos pasan de ser regresivos a progresivos, a gravar más a los que más tienen. Esto cambió en Argentina en 1976, que tenía un sistema progresivo que fue instalado por el primer peronismo. Somos el único caso de involución. Lo notable es que en estos 10 años no se modificó el sistema creado, se le han hecho parches como las retenciones, pero hoy se recauda por impuestos indirectos como el IVA o ingresos brutos, que son los más regresivos, el doble de lo que se recauda por ganancias, bienes personales y retenciones. La obligación de todos los que trabajamos con palabras, periodistas, intelectuales, es traducir al lenguaje más accesible posible estos temas para que puedan ser discutidos por toda la familia.
l ¿Qué debería hacer la oposición para que su discurso llegue y sirva para echar luz sobre estos temas?
- Debería estar trabajando mucho más de lo que lo hace a nivel de base. Uno de los principales problemas que tiene la oposición es que cree que hablando a través de los medios cumple buena parte de su función didáctica, de propaganda, y no es así. Porque normalmente a la misma hora en que están hablando en los medios por los que desfilan permanentemente, se pasan telenovelas, películas o partidos de fútbol que hacen que la audiencia que los esté viendo sea extremadamente limitada.
l Y el Gobierno sí se ocupa de hacer ese trabajo de base…
- Exactamente y fuertemente, y quienes tiene implantación territorial son inclusive los peronistas disidentes. Éste es un nivel que ahora más que nunca está disponible, porque es la primera vez en la historia política del peronismo que, si no ha perdido toda, ha perdido buena parte de su pata sindical, que ha sido siempre su baluarte. Hoy el trabajo de base que se puede hacer con los sindicatos, con las comisiones de fábrica es enorme. Las redes sociales son otro lugar en el que se puede trabajar.
l Las redes sociales han producido fenómenos como el último 18A. La gente salió a la calle a protestar contra el Gobierno. ¿Cómo se canaliza positivamente esa bronca que hoy aparece tan dispersa?
- Lo que falta es construir los canales para transformar esto en un fenómeno político. Pero han estimulado fuertemente a mucha gente a dejar de tomar por dado lo que tomaba por dado. Aparece la posibilidad de que es factible cambiar las cosas, de que si nos movilizamos nos podemos hacer oír y decir basta a tanta corrupción.
l Pero la reacción del Gobierno, el desacreditar los reclamos, es frustrante.
-Pero esto se puede leer de otra manera: es que una movilización de este tipo pone tan a la defensiva al Gobierno que no sabe bien cómo reaccionar. Por eso es tan simbólico lo de Lorenzino, ‘me quiero ir‘. Mientras que las intervenciones de los políticos en los programas de TV no le mueven un pelo a los funcionarios, por eso ni siquiera van esos programas, esta ofensiva que está revelando un cambio de clima en la sociedad claro que les preocupa. Y la negación que se hace no llega muy lejos.
l ¿Qué espera que ocurra en las elecciones de octubre?
- La cuestión se juega jurisdicción por jurisdicción. Me parece claro que el oficialismo va a perder en la Capital, en Córdoba, Mendoza, Santa Fe, probablemente en Chubut. Y es seguro que va a ganar, desde Tucumán para arriba, en todas las provincias. Pero no es tan claro que vaya a perder en la de Buenos Aires. Dependerá, creo, de si Sergio Massa (el intendente de Tigre) se presenta o no.
l ¿Y Scioli?
- Fíjese que prácticamente a la misma hora en que se reunía el Consejo Superior del PJ, Alberto Fernández era entrevistado en TN. Y Fernández, que reconoció su simpatía por Scioli, repudió en los términos más duros la reforma judicial. En ese momento, Scioli como presidente del PJ estaba firmando el dictamen de apoyo irrestricto a la reforma judicial. ¿Cómo reaccionaría usted si fuera la presidenta de una compañía extranjera que tiene interés en invertir en el país? Hay una falta de seriedad política que ya roza la caricatura y me parece que es esto lo que está impulsando a un hombre joven como Massa a cambiar de planes, porque se estaba reservando para 2015. Me daba la impresión de que hacía bien en no arriesgarse ahora, porque tiene una imagen muy buena y para qué ponerla en riesgo. Pero la dinámica de los acontecimientos es tan vertiginosa que cambiaron las cosas. Puede perder el tren si no se presenta en las legislativas.
l La clave está en Buenos Aires.
- Sí, pero en cualquier caso, creo que de ninguna manera el oficialismo va a obtener una victoria que le dé los dos tercios para reformar la Constitución. Pienso que acá lo que hay que analizar es qué diferencia a favor saque. Que el FPV, en términos generales, va a ganar, creo que sí. Ahora, lo que se juega es por qué margen y creo que van a ganar por un margen mucho menor

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