martes, 21 de mayo de 2013


Lombrices que reciclan la basura orgánica y hogareña

Pasan desapercibidas, pero son muy hambrientas deglutiendo desperdicios, reduciendo el volumen de los desechos y produciendo fertilizantes de calidad para los vegetales, son las lombrices.
Patricia Dreano vive próximo a Josselin, en Morbihan, Francia, y posee 400 de esos animales tipo Eisenia Foetida, las que viven en su “lombricompostador”.
El “lombricompostador” permite “reciclar naturalmente hasta el 30% del contenido de nuestra basura”, y lo hace de una forma más rápida y fácil  que con el compostador clásico colocado en una esquina del jardín, dijo Gwénola Picard, al diario español ABC. Ella y su esposo crían pavos y lombrices, poseen un millón de lombrices que se nutren con excrementos de caballo, vaca, aves de corral y desechos de cocina recuperados en los restaurantes.
Cada una de las lombrices devora diariamente entre la mitad y una vez su peso en residuos orgánicos (cáscaras, café, etc.), materias carbonadas (cartón, periódicos) y hasta el polvo que se saca al barrer las habitaciones de la casa o el establecimiento.
A medida que se reduce el volumen de desechos, se acumula el de los excrementos de las lombrices en el lombricompostador, una especie de torre compuesta por bandejas empotrables y agujeros, para permitir el desplazamiento de las lombrices.
SIN OLOR Y SIN MOSCAS.
Solo falta recoger el ‘lombricompostador’, un fertilizante con la consistencia de la tierra destinado a nutrir la propia tierra y revitalizar las plantas. “Al cabo de dos meses, de cada diez kilos de desechos, se recuperan cinco kilos”, dice Gwénola Picard.
Sin olores, sin moscas y sin posibilidad de que las lombrices se escapen. El único problema es recoger regularmente el “té de gusano”, un abono líquido procedente del agua de las materias en descomposición, para evitar que se ahoguen los anélidos.
“Abrir el compostador en mi casa ya es una prueba”, reconoce sonriente Patricia Ros-Chilias, directora del centro de ocio de Josselin. Lo que no le impide recibir encantada un ‘lombricompostador’ rosa flamante en el comedor de los niños. “Es muy práctico porque no necesitas salir a la calle” los días de lluvia o frío. “Lo tenemos al lado, sabemos que tenemos que alimentar a nuestros gusanos”, explica. “Es un gesto automático: hemos comido y, en vez de tirar las sobras, antes nos preguntamos si se pueden reciclar”, dice.
Frédéric Raveaud, de la empresa Collavet-Plastiques, y creador del Eco-Worms, único modelo de lombricompostador francés, dijo que “la demanda aumenta en los pueblos”, recuerda que “hace cuatro años, cuando empezamos, era un producto para convencidos”, pero ahora se venden entre “3.000 y 3.500″.
“Los desechos orgánicos que deberían ir a parar a los compostadores, representan entre el 15 y el 20% del contenido de los basureros”, dice Maxime Lohézic, del servicio de medio ambiente de esta localidad. El potencial de estas lombrices -más pequeñas y discretas que los gusanos tradicionales- “es enorme”, y se van a convertir en los “nuevos animales de compañía”, tras la petición de las autoridades competentes de que se reciclen los desechos del consumo privado.

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