Por un mayor
rendimiento del cultivo de soja
En el marco del 11º
Simposio de Fertilidad destacados profesionales debatieron sobre cómo
incrementar los rendimientos de soja, considerando distintas visiones tales
como la ecofisiología, el mejoramiento genético, el manejo y el sistema de
producción.
Rosario, mayo de 2013. La primera jornada
del "Simposio Fertilidad 2013" se cerró con la presencia de un grupo
de profesionales que debatieron sobre las distintas posibilidades que existen
para aumentar la producción de soja. Dando inicio al tema, y luego estudiar los
datos provenientes de varias zonas y campañas, el Ing. Agr. Luis Ventimiglia
(INTA 9 de Julio) se refirió a los efectos de la fertilización fosforada en
soja, resaltando los efectos positivos sobre los rendimientos en todos los
casos analizados. De esta manera, sostuvo que a la hora de reponer y construir,
con dosis de unos 20 kg
de fósforo por ha, no sólo se alcanzan los mayores rendimientos, sino que
también se genera un balance positivo del nutriente, que permite incrementar
los niveles en el suelo. En este sentido, Ventimiglia comentó que se obtienen
buenos resultados realizando fertilización dividida: voleo al grueso en
invierno y como arrancador, al momento de la siembra.
Finalmente, el especialista se refirió a
la sustentabilidad de la monocultura sojera y su relación con el suelo. “El monocultivo de soja no es la mejor
alternativa y se debe aplicar una rotación adecuada para poder sumar fertilidad
química y biológica".
Luego, el Dr. José Luis Rotundo, de la
FCA-UNR se refirió a la ecofisiología y a la aplicación de diferentes prácticas
de manejo para el logro de rendimientos potenciales. “Es necesario considerar que muchas veces, el valor de una tecnología
particular depende del rendimiento potencial definido a través de los factores
definitorios del rendimiento”, explicó.
Además, Rotundo resaltó que -desde el punto de vista del productor- el rendimiento potencial se define
mediante prácticas como la elección de la fecha de siembra, el grupo de madurez
del cultivar sembrado, la latitud donde se encuentra el lote de producción y la
estructura del canopeo establecida mediante la elección del espaciamiento y la
densidad de siembra lograda, entre otros. “Más
allá de identificar qué práctica de manejo impacta sobre qué proceso
fisiológico, es importante cuantificar la respuesta a de las diferentes
tecnologías”, agregó el experto.
Por su parte, el Ing. Agr. Rodolfo Rossi
(Nidera Semillas) compartió sus conocimientos asociados a la contribución del
mejoramiento genético para la obtención de altos rendimientos en soja,
aclarando que la demanda global del cultivo continuará con una tasa de
crecimiento cercana al 6% anual. “Si bien
en todos nuestros países, principalmente Brasil, hay superficie para seguir
creciendo, el compromiso es reducir la presión sobre los recursos naturales y
utilizar menos recursos e insumos para
producir más. Esto se define como factor de productividad (el aumento de
los elementos unitarios)”, explicó el disertante.
En cuanto a la situación local, Rossi dejó
en claro que existe un compromiso con las pautas del Plan Agroalimentario 2020, a partir del cual se
definió una producción de soja cercana a los 70 millones de toneladas, cifra
que supone un crecimiento en los rendimientos realmente significativo.
“Para ello es imprescindible asegurar la colaboración
de la genética”, remarcó Rossi al
tiempo que explicaba que uno de los mayores aportes que han realizado las
empresas tiene que ver con la indeterminación de las variedades disponibles.
“Es
importante la diversidad genética así como también avanzar en el fenotipeado de
las plantas, lo que resulta clave pensando en avances frente a variedades
resistentes a sequías, por ejemplo”.
Por su parte, el Dr. Fernando Salvagiotti
(INTA Oliveros) puso en el centro de la escena a la nutrición como clave para
lograr altos rendimientos en soja y compartió novedades en el manejo de
micronutrientes. “Existe una brecha entre
los rendimientos actuales y los alcanzables, a la que podemos llamar brecha
nutricional. La reducción de la misma estará relacionada con la identificación
de los nutrientes deficientes en el suelo y la definición del potencial de
producción del ambiente”, explicó el disertante, y agregó: “En la región sojera local se ha identificado
que el nitrógeno, fósforo y azufre son los nutrientes más limitantes de los
rendimientos; y en alta producción también se ha informado de aumentos por la
adición de micronutrientes”.
Respecto del manejo, Salvagiotti aclaró
que los altos requerimientos de nitrógeno deben ser primordialmente satisfechos
optimizando las prácticas de manejo que maximicen el aporte por fijación
biológica y que la fertilización con nutrientes de menor movilidad como fósforo
y azufre tendrá que considerar los efectos residuales sobre los cultivos de la
secuencia. “Para mejorar la productividad
y minimizar el impacto negativo sobre el ambiente es necesario conocer cuál es
la eficiencia de uso de los nutrientes con la que trabajamos”, comentó el
experto.
En otro orden, el Dr. Pablo Calviño
(Consultor privado) se refirió a la posibilidad de incrementar los rendimientos
a partir del manejo del cultivo, su productividad y la contribución del
mejoramiento genético. “La correcta
elección de variedad, fecha de siembra, arreglo espacial, sanidad y nutrición
del cultivo está condicionada, en gran parte, por la calidad de identificación
de los ambientes productivos tanto en productividad como en riesgos”,
analizó Calviño. Además agregó que “en la
actualidad, no tenemos más remedio que separar los ambientes y planificar la
producción de manera eficiente”.
Desde el punto de vista del especialista, si uno
listara las áreas que hay que tener en cuenta para realizar el mejor manejo de
los cultivos, se debería comenzar con la caracterización de los ambientes
productivos. “Hay que tener en cuenta:
características de las variedades, bases de ecofisiología, manejo de la
nutrición (inoculación, fertilidad propia del lote y fertilizaciones
anteriores, relaciones de precios), manejo de malezas, plagas y enfermedades,
calidad y enfermedades de semillas; y conocimientos de cuáles son las fechas de
siembra óptimas para cada ambiente y variedad”, enumeró, entre otras
variables que no siempre se tienen en cuenta. “Será clave también avanzar en la capacidad de las empresas para
planificar, gerenciar y controlar sus actividades”, culminó el experto, sin
dejar de destacar que “una buena caracterización del ambiente tendría que considerar
un estimado de los rindes esperados”.
Cerrando el panel, el Dr. Martín
Díaz-Zorita (INBA-CONICET, DZD Agro y Novozymes) sostuvo que la expansión del
cultivo de soja condujo a cambios en los sistemas y prácticas de producción con
variados resultados sobre sus rendimientos. “En muchos casos, los rendimientos medios durante la última década
fueron estables, mientras que al analizar la porción de máximos rendimientos
alcanzables, estos fueron crecientes durante el primer lustro y relativamente
estables en los siguientes años”, explicó. Sobre el tema también mencionó: “Cuando nos expandimos en superficie, nos
movemos hacia suelos con ambientes de menor potencial”.
Más allá de esto, el especialista manifestó:
“El manejo de sistemas de producción
entendido como decisiones empresariales de largo plazo es una herramienta que
podría explicar mejoras en los rendimientos alcanzables de soja”.
En este sentido, también se refirió al
desafío de implementar cambios fundamentalmente ligados a las rotaciones, al
uso de fertilizantes y al cuidado de los suelos. “Es clave, por ejemplo, sostener la continuidad de la siembra directa en
la región pampeana, lo cual explica incrementos del orden del 7 u 8% por
reducción de erosión y mejora en la economía del agua".
Por último, hizo referencia a la necesidad de trabajar
en un mayor conocimiento sobre los sistemas actuales de producción como
estrategia para seguir sumándole valor a la misma.
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