viernes, 31 de mayo de 2013

Una década perdida para varios sectores clave

Asfixiados por controles, retenciones y prohibiciones, la carne, el trigo, la lechería, la energía y los biocombustibles ya no son rentables en la Argentina.
La Argentina es superada por Paraguay en la exportación de carne y queda última en este rubro en el Mercosur. El productor local de leche cobra el peor precio del mundo. En la última campaña triguera, el área sembrada fue la menor de los últimos 110 años. Las ventas externas de biodiésel argentino se derrumbaron. La cotización de las empresas energéticas no hace otra cosa que caer en la Bolsa. Esta es la realidad de cinco negocios que fueron destruidos por la política económica del Gobierno.
Producto icónico del país, la carne fue una de las primeras víctimas del “modelo”. Según el Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina (SRA), el ránking de exportadores en el Mercosur en 2012 muestra en el primer puesto a Brasil, con 1,3 millones de toneladas de res con hueso; en segundo lugar, Uruguay (350.000); tercero, Paraguay (210.000), y cuarta, la Argentina (183.000).
Víctor Tonelli, consultor en ganados y carne, le pone dimensión a la pérdida que sufrió el sector desde 2006, cuando el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, intervino en el mercado. En 2005 (último año antes de la intervención), se exportaron 780.000 toneladas equivalentes a res con hueso; mientras que en 2012 esa cifra cayó a 185.000. “Si se multiplican esas 600.000 toneladas menos exportadas por US$ 5100, que es el precio de la tonelada, se tiene como resultado que se pierden por año US$ 3000 millones”, precisa Tonelli.
¿Qué arruinó el negocio e hizo que desde 2006 se perdieran 10 millones de cabezas? Un cóctel de medidas que incluye el cierre de las exportaciones, la imposición de 15% de retención a las ventas externas y la creación del sistema de registro de exportaciones (ROE), que hizo que, para poder exportar una tonelada de carne se debieran garantizar dos toneladas baratas para el mercado interno. “Por si fuera poco, el atraso cambiario está sacando de mercado a los exportadores, que reciben solo $ 4 por cada dólar exportado”, acota Tonelli.
La lechería, otro valuarte del campo argentino, no está mejor. Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) advirtió que el sector “atraviesa un proceso de estancamiento debido a la falta de políticas públicas”. Desde que el Gobierno intervino el mercado en 2006 hasta ahora, el productor transfirió al resto de la cadena US$ 2238 millones, según datos de Ezequiel de Freijo, analista económico de la Sociedad Rural Argentina.
El tambero local recibe el peor precio del mundo, ya que en 2006 se impuso el valor de corte, que implica que todo precio que excediera los US$ 2100 por tonelada de leche en polvo debía quedar para el Estado, a modo de retención (en esa época el precio de la tonelada era de US$ 4000).
En 2008 se fijaron los ROEL (permisos de exportación), que regulaban las ventas externas en forma coercitiva. “Daban permisos siempre que se mantuvieran los precios en el mercado interno -explica Freijo-. Además, en 2005, cuando las inversiones habían madurado y todo estaba dado para aprovechar el buen contexto mundial, elevan las retenciones de 5% a 15 por ciento”. No extraña así que en el primer trimestre el volumen de leche en polvo exportada haya caído 29%, respecto de igual período de 2012.

Distorsiones letales

La foto del trigo no es más alentadora. Esa imagen muestra que el cereal por el que alguna vez se llamó al país el “granero del mundo” tuvo en 2012 la menor área sembrada de los últimos 110 años. También en este caso el Gobierno intervino el mercado en 2006, lo que generó distorsiones letales.
Para Santiago Labourt, presidente de Argentrigo, la mano de Moreno provocó dos cosas: un desacople muy fuerte de los precios locales con los de los mercados de referencia y una incertidumbre enorme debido a que hubo meses en que los productores no tenían compradores. “Esto último se dio porque solo quedó la demanda del sector industrial, que compra a lo largo del año y no a los dos meses de la cosecha, que es cuando históricamente venden los productores”, dice el analista.
En tanto, una mezcla de tarifas congeladas, costos que se ajustan por inflación y gastos financieros que crecen al ritmo de la devaluación, el negocio de la energía hace tiempo que ya perdió atractivo y rentabilidad en la Argentina. “La gran mayoría de las compañías de servicios públicos que cotizan en bolsa no son viables en esta coyuntura”, afirma un analista bursátil.
La política económica del kirchnerismo también asestó un golpe a otro rubro energético: el de los biocombustibles. Impulsada desde 2005, esta industria entró en desgracia el 7 de agosto de 2012, cuando se creó una unidad ejecutiva interdisciplinaria de monitoreo, a cargo de Moreno y del viceministro de Economía, Axel Kicillof. ¿Qué hicieron? Bajaron el precio de la tonelada en el mercado interno (de $ 5400 a $ 4405), aumentaron las retenciones, de 16,67% a 24,24%, y eliminaron un reintegro de 2,5 por ciento. “Todo se hizo en un momento en que el comercio internacional se debilitaba, por las denuncias de dumping iniciadas contra el país en Europa”, agrega Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno.
Luego se estableció un esquema de retenciones móviles, pero que pocas veces se cumplió; algo que hizo que los productores vendieran su producción sin tener determinado el precio. El resultado es que el país hoy exporta la mitad que el año pasado (se pasó de 180.000 toneladas mensuales a 45.000). Molina acota que por este motivo las plantas de Molinos Río de la Plata, Vicentín y Patagonia Bioenergía están paradas, al tiempo que varias pymes ya cerraron.

  • El tambero local, con el peor precio
    La intervención del mercado de la leche por parte del Gobierno hizo que se perdiera la oportunidad de aprovechar el buen momento internacional. El valor de corte, que implicó que toda parte del precio por arriba de los US$ 2100 por tonelada fuera al Estado, como retención, condenó a los productores.
  • La mejor carne del mundo, en problemas
    Desde que el Gobierno intervino el mercado de la carne en 2006, se han perdido 10 millones de cabezas de ganado. El país pasó de exportar 780.000 toneladas equivalentes a res con hueso en 2005 a tener ventas externas por sólo 185.000 toneladas, en 2012.
  • Tarifas fijas y costos altos
    El modelo K destruyó el negocio energético, al congelar tarifas. Las firmas se desangran con costos que ajustan por inflación.
  • Cada vez se siembra menos trigo
    Acorralados por retenciones, prohibiciones para exportar y control de precios, los productores trigueros siembran cada vez menos este cereal. Eso llevó a que en la última campaña se batiera el triste récord de tener la menor área sembrada en los últimos 110 años (3,5 millones de hectáreas). Además, la exportación es la más baja en 35 años.
  • Duro golpe al biocombustible
    La suba de las retenciones condenó al sector, en momentos en que, para colmo, el comercio internacional empezaba a debilitarse.

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