martes, 7 de mayo de 2013


Uruguay : Mi amigo se llamó a silencio ! ! !

El tema de la forma de pago de las haciendas –si en cuarta balanza, si en tercera balanza o en el campo– es inherente a dos protagonistas: los productores y los industriales. Sin embargo, se hizo tan notoria la discusión que, al desencadenarse, centró la atención y se convirtió en el tema de la semana. [...]
El tema de la forma de pago de las haciendas –si en cuarta balanza, si en tercera balanza o en el campo– es inherente a dos protagonistas: los productores y los industriales. Sin embargo, se hizo tan notoria la discusión que, al desencadenarse, centró la atención y se convirtió en el tema de la semana. Por ello, es ineludible reseñar las piezas que lo componen y que los lectores armen el rompecabezas.
Lo primero que hay que señalar, quizás pensando en doña María, es que hasta ahora el pago del ganado se realizaba en la denominada cuarta balanza
–antes segunda balanza–, cuando la res ya había sido limpiada. Mirando hacia atrás, cabe recordar que hubo un tiempo en el cual las haciendas se compraban en el campo y los industriales confiaban en que nadie sabía mejor que el productor la carne que contenía el animal. Ese tiempo fue del productor.
Con el paso del tiempo, la operativa comercial cambió y, con el pago en pie luego del desbaste –en planta– se neutralizó ese efecto. Es más: cuando hace unos 15 años el sector industrial decidió que solo pagarían en la cuarta balanza, el tema de una posible asimetría –en la información al menos– quedó puertas adentro de las plantas industriales.
Un amigo con el que reflexionamos estos días sobre estas cuestiones nos recordó que en la industria de los alimentos de primer procesamiento, el costo de la materia prima oscila entre 70% y 80%. Por eso cobra relevancia este tema: casi todo el partido se juega en las condiciones de contratación, llámense calidad, cantidad y precio. Cada partido de esos es pelota al medio, parafraseando el fútbol.
¿Qué ha pasado en la última década y media? Más allá del Decreto 620 de 1979, que estableció un dressing (limpieza de la res) mínimo –a pedido de los carniceros y está vigente–, la realidad marcó un creciente malestar de los productores acerca del rendimiento final de sus haciendas. Además de los mano a mano, la opinión fue planteada por las principales gremiales ruralistas: la Asociación Rural y la Federación Rural.
¿Por qué explota ahora un tema tan prolongado en el tiempo? Luego de un desacuerdo entre las partes en el seno de la Junta Directiva del Instituto Nacional de Carnes (INAC) donde están representadas, acerca del porcentaje máximo del dressing, el organismo rector de la carne decide implementar un Plan Piloto por 90 días a partir del 1° de enero pasado. La fotografía confirmó las sospechas de los productores: hay gran variedad de rendimientos, según las plantas.
Lo que ocurrió luego era fácil de imaginar: la Federación Rural presentó un proyecto para que las haciendas se paguen en tercera balanza, ya que había perdido la esperanza de un acuerdo por un dressing máximo. Las negociaciones de último momento no dieron sus frutos y habrá un decreto que establecerá el pago de las haciendas como querían los productores.
Ahora vienen los comentarios de vestuarios. Para los productores es un triunfo y lo celebran como tal. “Después que nos acostumbremos a comercializar en tercera balanza las cosas volverán a su cauce”, dijo a El Observador el representante de la FR en INAC, Guillermo Villa. El presidente de la Cámara de la Industria Frigorífica (CAF), Alberto González, comentó que la nueva operativa “restringe la comercialización” de haciendas.
Para el presidente de INAC, Luis Alfredo Fratti, “se logra poner fin a un reclamo de 10 años de disconformidad de los ganaderos sobre los dispares rendimientos industriales de sus haciendas”. Y, para echar más leña a la reflexión, hay productores que recibían premios por rendimientos de 56% en sus haciendas, que ven la tercera balanza como un retroceso a su proceso productivo.
Y después está mi amigo, que se llamó a silencio

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