lunes, 1 de julio de 2013

CHILE: Exitoso invento chileno permite polinizar con moscas

CHILE : Les tomó más de diez años para que las empresas confiaran, pero hoy Muxidotecnia abastece a la mayoría de las compañías de semillas con pupas del insecto polinizante. Vende más de US$ 1 millón al año y planea exportar.

Las moscas se asocian a la basura y a la contaminación, y nadie las quiere rondando cerca o encima de la comida. Sin embargo, dos investigadores chilenos lograron “domesticarlas” y mirarlas con un nuevo prisma. Aprovechando su capacidad de polinizar, las convirtieron en un factor clave para la industria de semillas, que ayuda a suplir la actual escasez de abejas.
Todo partió hace 20 años. Roberto y Alejandro Zapata -padre e hijo- vieron un reportaje que mostraba lo que hacían con el insecto en Holanda. La mosca no era la común y corriente, sino que una verde, brillante, llamativa y carnívora, la Lucilia sericata. La misma que ellos, científicos autodidactas, estaban estudiando para el tratamiento de heridas, como medicina alternativa, en Tunquén, Quinta Región.
Al principio nadie creyó en su proyecto y tuvieron que financiar con recursos propios más de seis años de investigación y los otros cinco que se demoraron en convencer a posibles clientes. La idea parecía descabellada, una locura, pero fue el origen de Muxidotecnia, la empresa familiar que hoy abastece de estos insectos a la mayoría de las firmas productoras de semillas del país y vende más de US$ 1 millón al año.
Los secretos del éxito
El camino para llegar a comercializar bolsas de pupas o crisálidas de moscas polinizadoras no fue sencillo. De hecho, algunas empresas productoras de semillas han intentado producirlas y no han podido conseguirlo, calificándolo como “un desastre”.
La primera etapa consiste en tener moscarios -unos cubos cubiertos con malla, dentro de galpones, donde se reproducen los insectos- desde los cuales se extraen los huevos de las moscas, que se transforman en larvas y que engordan rápidamente al alimentarse con una mezcla de restos de pescado y harinilla, lo que hace que el proceso sea descontaminante, porque esas cabezas y colas de pescado no tienen otro uso.
En las cuatro horas que les toma convertirse en pupas, más de 20 millones de larvas pueden comer entre tres y cinco toneladas de desechos. Al mismo tiempo, los restos que van quedando de este proceso se convierten en proteína para alimentación animal, después de que un arnero eléctrico separa las pupas.
Luego, las crisálidas se envasan en bolsas de papel con cinco mil unidades cada una, las que alcanzan para polinizar unos 20 metros cuadrados. Se cierra así una una cadena que no deja residuos.
Como la polinización se realiza solo entre septiembre y febrero, dependiendo de los cultivos -que van desde las hortalizas hasta las flores, pasando por árboles frutales y canolas- la producción del resto del año se guarda en cámaras de frío, entre cero y ocho grados, donde las pupas se mantienen en hibernación. Este último punto es uno de los descubrimientos que realizó Alejandro Zapata y uno de los secretos del éxito de la empresa, porque es lo que les permite “tener una producción mucho más grande que cualquier otra empresa de este tipo en el mundo”, según su dueño.
El otro secreto que no quieren revelar es el de las moscas “madres” o reproductoras, las que dan los huevos.
Zapata, en esos diez primeros años de investigación, logró hacer que los insectos se acostumbraran a vivir en un espacio reducido, dentro de los galpones, y que permanezcan ahí por alrededor de una semana, a diferencia de una mosca normal, que en esas condiciones moriría en uno o dos días. “Son nuestro tesoro. Las tenemos guardadas y las vamos reponiendo, porque de ellas depende que podamos cultivar todos los años”, dice.
Pureza y efectividad
Aunque trabajan directamente con algunos agricultores, los principales clientes de Muxidotecnia son las empresas semilleras, porque son las que firman contratos anuales y les permiten asegurar que la producción anual ya tiene un destinatario. Además, son estas compañías las que requieren de la efectividad y la pureza de las moscas, y las que están dispuestas a pagar por eso.
Las primeras firmas que confiaron en el proyecto fueron las chilenas Piga Seeds y Maraseed, recuerda Zapata. “Ellos tiraron para arriba esto”, dice, porque las transnacionales comenzaron a interesarse solo cuando vieron los resultados.
Las semilleras llevan las bolsas con las pupas de moscas hasta las jaulas donde tienen los cultivos, las que son similares a un invernadero, pero cubiertas por una malla especial que deja pasar el sol y el aire, pero no polen ni otras partículas, para no dañar la pureza de las semillas.
Las crisálidas se “activan” al estar a temperatura ambiente -pueden trabajar entre los 12 y los 40 grados-, viven una semana y luego mueren. Son tan puras que incluso tienen un certificado que permite que se coman. Todo el proceso es hermético y da la seguridad de que las moscas no contaminarán las semillas, algo que sí puede pasar con las abejas, que al llevarlas desde el exterior acarrean polen u otras partículas y echan a perder todo el proceso.
Otras ventajas de las moscas es que son más livianas que las abejas, facilitando el trabajo, y no pican a las personas, lo que hace que las semilleras tengan menos accidentes laborales.
Sus virtudes también se pueden ver en casos específicos, como el de las canolas transgénicas. Desde el año pasado las empresas se han visto obligadas a trabajar con estos insectos, porque el SAG prohibió la polinización con abejas tras encontrarse miel con trazas de transgenia.
Sin embargo, es el propio Alejandro Zapata quien reconoce que las abejas seguirán siendo las reinas. “Nunca van a ser reemplazadas”, dice, porque son los polinizantes por excelencia, y dice que lo que ellos desarrollan con las moscas puede entenderse como un complemento que satisface demandas específicas.
Planes para exportar
El creador de Muxidotecnia está feliz con los resultados y asegura que han ido creciendo de acuerdo con las necesidades que le plantean sus clientes. Su mayor miedo es no poder atenderlos bien si crecen demasiado. Dice que “es un arma de doble filo”.
“La biotecnología es tiempo, es investigación, entonces siempre va a ser limitada. Somos artesanos, no es una máquina para hacer clavos en la que te puedes ir tranquilo a dormir”, explica.
Admite que muchas empresas transnacionales que tienen operaciones en Chile le han pedido que exporte las pupas. Sin embargo, plantea que “primero hay que consolidarse bien acá”. Cree que esperarán dos años para dar el salto al exterior, con la idea de asesorarse bien antes, de analizar en detalle las normativas que tienen otros países y de buscar una institución que los apoye.
Lo que ya tiene avanzado es que las empresas son las mismas que operan acá, incluso son los mismos gerentes, que trabajan en contraestación en otros países. “Ya no tengo la necesidad de ir a tocar puertas”, dice, pero es claro a la hora de manifestar cuál es su miedo: “Cuando le fallas a los gringos es sólo una vez. Entonces, prefiero esperar un poco”.
 Costo quintuplica al de las abejas
Los costos también juegan a favor de las productoras de la miel. El ingeniero agrónomo Felipe Viveros, a cargo de la estación experimental de Piga Seeds -clientes de Muxidotecnia- calcula que mientras el costo de polinizar una hectárea con abejas es de $750 mil en una temporada, hacerlo con moscas sale cinco veces más caro, ya que el costo bordea los $4 millones. Esto, considerando que el valor de una bolsa de pupas es de unos $3 mil y alcanza para 20 metros, con una duración de una semana, y que las cajas para las abejas cuestan $50 mil y sirven para varias temporadas.
“Las moscas las usamos en cultivos que no son atractivos de polinizar por las abejas”, explica, como es el caso de la coliflor y el brócoli. Sin embargo, cuenta que hay empresas extranjeras que están dispuestas a asumir el costo más alto en casos como el de la zanahoria, donde han visto que los rendimientos se pueden duplicar si se poliniza con moscas. Como ellos son una empresa que también presta servicios, dice que son sus clientes quienes deciden qué insecto usar -si abejas o moscas- a la hora de pedir una cotización.

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