lunes, 29 de julio de 2013

El despegue gringo de los cítricos

CHILE : Mejoras en la calidad de la producción y adaptación a la demanda de EE.UU. han permitido crecer firme en exportaciones y mantener precios altos. El impacto es tal que se apuesta a que los paltos del Norte Chico tenderían a ser reemplazados por mandarinas.
Es uno de los grandes misterios de la industria frutícola. Cada vez Chile exporta más mandarinas, pero el mercado de Estados Unidos, casi el único comprador, luce inmune. Los precios siguen firmes temporada tras temporada.
Y hablamos de envíos que solo entre 2009-2012 crecieron 72% en volumen. Es decir, un aluvión de fruta. Pero algo ocurre con Estados Unidos, este cítrico y Chile. Por suerte para los productores nacionales.
A comienzos de julio los importadores gringos se asustaron por los rumores de menor oferta de mandarina chilena y el precio se disparó a US$ 33,8 dólares la caja de 15 kilos, 23% más que igual fecha de 2012.
La situación está marcando la pauta en el país.
“En el sector de los cítricos todas las nuevas plantaciones son de mandarinas”, advierte Pablo Johow, gerente de la División Agrícola de Agrisol, holding productor de cítricos, cereales y ganado.
El empuje en las mandarinas contrasta con los depresivos resultados en rubros como la uva de mesa. Por eso no extraña que en los últimos tres años se plantaran casi 1.000 ha y se superaran las 4.000 ha de ese cítrico.
Y todo indica que el impulso sigue. Las apuestas entre productores es que los paltos del Norte Chico, golpeados por la sequía, tenderán a ser reemplazados por mandarinos, por su menor requerimiento hídrico.
“La expectación es tal, que hay gente esperando que llueva un poco más este invierno en el norte para lanzarse a plantar mandarinas”, afirma una alta fuente de la industria.
Incluso, las naranjas, que el año pasado tuvieron una temporada compleja, parecen haberse contagiado de sus pequeñas hermanas y los precios del comienzo de la temporada son prometedores.
La única sombra de la temporada es la helada de hace unos días, pero su real efecto solo se dimensionará a fines de esta semana.
Welcome to USA
El papel tradicional de los cítricos en Chile era ser el pariente pobre de la familia frutícola. Restringidas al mercado local y a ser exportadas a Latinoamérica o Japón, incapaces de absorber un volumen significativo, las mandarinas y las naranjas mantuvieron por largo tiempo precios poco atractivos.
Con suerte se las veía como una actividad marginal para darle continuidad al uso de packings en los meses invernales, pero no mucho más allá.
Hasta que apareció en el horizonte el “Tío Sam”. El Tratado de Libre Comercio con EE.UU., promulgado hace una década, abrió los ojos sobre el potencial para los cítricos. Hasta ese momento ese país era servido casi exclusivamente por Australia y Sudáfrica en contraestación.
Pero había áreas oscuras por descubrir: El negocio de los cítricos en Estados Unidos es uno de los más regulados en el mundo en cuanto a exigencias sanitarias. Por ello, grandes productores como Argentina no pueden acceder a ese mercado, por los altos estándares gringos.
De hecho, hasta hace unos años tampoco se podían exportar cítricos chilenos a ese mercado. Por ello, con el TLC firmado, los encargados de las negociaciones sanitarias se lanzaron a buscar la apertura. No fueron pocos los agricultores que apostaron a la pronta apertura de Estados Unidos y se lanzaron a plantar naranjas, el rubro que parecía más prometedor a mediados de la década pasada.
Pero el resultado no fue el mejor. Las negociaciones no fueron tan rápidas como se esperaba y las primeras producciones tuvieron que salir a buscar compradores.
“Se generó un exceso de oferta que deprimió los precios de las naranjas. Nadie tiene la capacidad de Estados Unidos para absorber grandes cantidades de fruta”, explica Manuel José Alcaíno, presidente de Decofrut.
Con el tiempo, las negociaciones aunque lentas, comenzaron a llegar a puerto. Primero ingresaron las mandarinas, en 2006, y luego las naranjas, en 2010, las que obtuvieron el visto bueno de las autoridades gringas.
La solución adoptada en ambos casos fue el del “system approach”, en que los inspectores del Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, examinan los embarques de cítricos chilenos antes de salir, proceso del que hace fe el Animal and Plant Health Inspection Service, Aphis, de Estados Unidos.
Mala respuesta
Una vez derrumbada la muralla sanitaria, los citricultores chilenos, con renovado ímpetu, se lanzaron a golpear las puertas del mercado gringo.
Sin embargo, la respuesta no fue de las mejores.
En primer lugar, la calidad no era la esperada por los consumidores. Ello significó que los recibidores no destaparon champaña para recibir las naranjas y mandarinas chilenas.
“En términos comparativos, Chile tiene un clima más helado que productores como Australia, Sudáfrica, California o Florida. Por ejemplo, acá hace frío en las noches de verano, algo que no es común en otros países. En el caso de los cítricos, eso significa que cuesta más llegar a niveles relativamente bajos de acidez. Si un consumidor compra una naranja, no busca que parezca un limón, sino que sea más suave y dulce”, explica Pablo Johow.
Además, el consumo de los cítricos es bastante cíclico: alto en otoño-invierno y bajo en la primavera-verano. Se calcula que, en la actualidad, por cada unidad de cítricos que se consume en la época de calor en Estados Unidos, se compran tres en otoño-invierno.
Pero los chilenos que habían apostado por estas frutas no estaban dispuestos a ceder. El portazo inicial aguzó el ingenio de los productores y exportadores. En el caso de las mandarinas, que tenían menos problemas de alta acidez, la producción se fue moviendo a los extremos de la temporada, especialmente hacia el remate, en agosto.
Se detectó que en ese mes, justo en el que comienza el otoño del hemisferio norte, los padres estadounidenses se veían enfrentados a los primeros embates de mal tiempo, pero no tenían una oferta relevante y a precios accesibles en los supermercados de mandarinas. Un tema relevante, pues agosto es cuando los niños comienzan el año escolar en Estados Unidos y la demanda por meriendas para llevar al colegio se dispara.
De ahí viene el crecimiento de la variedad tardía de mandarinas W. Murcott, la más plantada en la actualidad en Chile.
En el caso de las naranjas, la tarea ha sido más compleja. En primer lugar, se comenzó a trabajar la calidad de la oferta exportable, que hace un lustro rondaba usualmente el 60% de la producción total. Hoy lo usual es que ronde el 85% de lo que da un huerto promedio en Chile. Un problema usual era que el exceso de presión por parte de los cosechadores rompía las delicadas glándulas que están en la cáscara de las naranjas, reduciendo severamente su vida de poscosecha.
“Hay que entender que veníamos de una realidad menos exigente, pues estábamos metidos casi exclusivamente en el mercado local”, argumenta Juan Ovalle, de la exportadora San Francisco de Lo Garcés.
Se tomaron medidas, se capacitó a los cosechadores y se aprendió cómo disminuir los daños. El resultado es que comenzaron a mejorar la rentabilidad, o en otros casos disminuir las pérdidas del negocio de las naranjas.
Paralelamente, a través del Comité de Cítricos, las exportadoras se han organizado para establecer estándares de calidad exportable, en la misma línea de los que tiene el Comité de Paltas, especialmente en la variable de acidez.
“Chile ha sido capaz de ir mejorando su oferta. Hemos ido afinando nuestra sintonía fina y eso mejora las perspectivas de desarrollo en los próximos años”, afirma Juan Enrique Ortúzar, presidente del Comité de Cítricos.
La visión del dirigente es corroborada por Manuel José Alcaíno. “Si se observan los montos exportados a Estados Unidos, se advierte que en los últimos años Chile comenzó a desplazar a Australia y Sudáfrica. Hoy no tiene mayor competencia de países que hasta hace poco dominaron ese mercado”, afirma el analista.
Buenas para pelar
En la industria de los cítricos aseguran que la coyuntura de buenos precios en esta temporada marca un punto de inflexión para estos frutos.
Para los productores de naranjas es un momento para recuperarse de las pérdidas del año anterior y decidir con más tranquilidad el futuro.
Hay quienes piensan pasarse a las mandarinas. Otros creen que es justo el momento de apostar al “contraciclo” y permanecer en el rubro, mientras este se descomprime por la salida de productores.
De hecho, el ruido de inversiones en mandarinas es fuerte en zonas como Quillota, Petorca o Limarí. Lo que sí está claro es que la demanda por mandarinas, especialmente las tardías, seguirá creciendo en EE.UU.
“Chile logró despertar la demanda gracias a la ampliación del número de semanas que las mandarinas están presentes en los supermercados. Si a eso se suma que se ofrecen variedades más aromáticas, dulces y fáciles de pelar, se entiende por qué la demanda sigue tan fuerte”, remata Pablo Johow.
“En naranjas veo una demanda plana, por lo que es muy importante tener una comercialización inteligente en Estados Unidos. Hay que estar atentos a no provocar excesos de oferta en determinadas semanas”.
Pablo Johow, gerente agrícola de Agrisol.
  
“Los agricultores tienen que tener en cuenta que este es un rubro con una alta dispersión en la productividad, dependiendo de variables como el suelo o el clima, que es mayor que en otros rubros, como la uva de mesa”.
Rodrigo Manasevich, director de Utilitas.
“Todavía estamos en un proceso de aprendizaje. Chile tiene una industria muy joven. Uruguay o Argentina tienen décadas exportando. Sin embargo, hemos mostrado una capacidad de aprender rápido y resolver nuestros problemas”.
Juan Ovalle, gerente de cítricos de Exportadora San Francisco Lo Garcés
“Este es un rubro con buenas perspectivas. Las rentabilidades son interesantes y todavía hay espacio para mejorar tanto la calidad de la producción como la sintonía fina de la comercialización”.
Juan Enrique Ortúzar,presidente del Comité de Cítricos.
 Limones juegan de local
Con cerca de 6.300 hectáreas plantadas en el país,los limones son los grandes ausentes en las exportaciones. La explicación del Comité de Cítricos es simple, el mercado local paga altos precios, con una rentabilidad superior, luego de restar los costos de mandarlos al exterior, a la que se obtendrían en Estados Unidos o Europa.

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