sábado, 27 de julio de 2013

El deterioro de los precios desalienta la producción ganadera en la Argentina

Precios ganaderos congelados en los últimos 24 meses y costos que suben al ritmo de la inflación esmerilan rápido el interés de los productores por la actividad vacuna. Definitivamente, la retención ganadera se interrumpió y ya hay empresarios que no reponen toda de la hacienda vendida al avizorar precios poco rentables en el futuro.
La decisión no es antojadiza: el consultor Víctor Tonelli entiende que la única medida que puede destrabar el amesetamiento de los precios del ganado gordo es un aumento de las exportaciones por la mejora del tipo de cambio neto. “No es necesaria una devaluación, sino la eliminación del 15% de retenciones que sufren las exportaciones de carnes y una aceleración de la devolución del IVA. También sería conveniente la interrupción de las artificiales «baratas» que se exigen para obtener ROE para exportar”, explica.
El consultor dice que “el mercado global de carnes no deja de crecer y muestra una demanda insatisfecha que catapulta las cotizaciones a niveles impensados años atrás”. Mientras tanto, el Gobierno da señales inequívocas de que necesita dólares. “Con medidas sencillas, se podrían triplicar los 1000 millones de dólares anuales que se facturan por exportaciones de carne vacuna”, desafía el especialista.
Según sus cálculos, hoy el exportador de cortes vacunos opera con un dólar de 4 pesos aproximadamente. Si paga 17 pesos el kilo de novillo en gancho debe exportarlo por lo menos a 4-4,20 dólares por kilo. Ese precio lo desplazó del mercado, frente a los 3,30 dólares de los exportadores brasileños o los 3,60 de los uruguayos. Si los exportadores argentinos recibieran el dólar oficial sin retenciones, a $ 5,45, volverían a ser competitivos en el mercado y la Argentina podría pasar de las 180.000 toneladas que prevé exportar en 2013 (2 por ciento del comercio internacional de carne vacuna) a valores más cercanos a los de 2005, último año sin anormalidades en el mercado, cuando se enviaron al exterior 780.000 toneladas.
El analista niega que el aumento de las exportaciones de carne vacuna ponga en peligro el abastecimiento interno: “Hoy se ofrecen 114 kilos de carne por habitante incluyendo los cortes vacunos, de pollo, de cerdo y de ovinos, contra los 100 kilos históricos”, compara.
Las existencias actuales de ganado vacuno serían de 51-52 millones de cabezas, lo que equivale a una recuperación del orden de 4 millones de cabezas respecto de los 10 millones perdidos durante la liquidación de 2009.
Tonelli pronostica que el stock puede seguir creciendo hasta 54-54,5 millones de cabezas en 2015, a pesar del incremento del porcentaje de hembras en la faena. Sucede que todavía están entrando en producción vaquillonas y terneras retenidas en los años anteriores.
Por esa razón, para 2014, Tonelli prevé un panorama de precios menos alentador para los criadores. Justifica ese pronóstico en la mayor cantidad de vacas en servicio y por la mayor productividad que indujeron los altos precios de 2010 y de 2011, que subieron de 59 a 63 por ciento la marcación nacional de terneros. La mayor producción de terneros se va a enfrentar con invernadores pastoriles y feedlots que trabajarán con un acotado techo de precios para el ganado gordo, como consecuencia de la falta de competencia entre el consumo interno y la exportación.

Hacia adelante

Hacia el futuro, Tonelli proyecta dos situaciones contrastantes: por un lado, precios internacionales excepcionales con pocas posibilidades de que lleguen a los ganaderos argentinos. Por el otro, abundante oferta de hacienda gorda, que no tendrá otro destino que el mercado interno, que está muy bien abastecido por varios tipos de carne.
En ese marco, si el Gobierno no destraba las limitantes que afectan la exportación de carnes, los criadores pueden verse obligados a aceptar precios acotados, porque los invernadores sufrirán un aumento de costos mayor que el de los criadores (de alimentación, personal, etc.), que tratarán de neutralizar pagando menos por el ternero. “Los invernadores de compra, pastoriles o a corral, tratarán de conservar la renta de su negocio a expensas del criador, sobre el que apuntarán todos los cañones”, grafica Tonelli.
“Para intentar escapar de esa situación, los criadores podrían tratar de capturar otra renta avanzando en la cadena comercial por medio de la recría o completando el ciclo de los terneros para faena, ya sea en campo propio, si las condiciones lo permiten, o explorando la hotelería a corral”, propone el consultor.
Y añade que “quienes no estén dispuestos a dar ese paso tendrán que revisar sus esquemas de gastos y aumentar la productividad y eficiencia de los planteos, dos instancias que tienen sus límites”.

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