miércoles, 10 de julio de 2013

Ensayos en cerdos para mejorar los tratamientos por ACV

Son estudios del Inta y del instituto Eneri. Se realizan ensayos en cerdos con el objetivo de reducir los efectos del ataque. 
BUENOS AIRES. El Inta y el Instituto Eneri realizan prácticas quirúrgicas en porcinos que permiten mejorar las técnicas de intervención ante ataques cerebro vasculares (ACV). Así, con ensayos de trombectomía en cerdos es posible extraer mecánicamente los coágulos que obstruyen las arterias e impiden el paso de la sangre al cerebro.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y el Eneri -institución médica que se destaca el tratamiento endovascular y dedicado de forma exclusiva a la solución terapéutica mínimamente invasiva- trabajan en el problema desde hace 15 años.
Desde hace 15 años, el INTA y el equipo de   (video).
“Gracias a estas técnicas se puede ampliar el tiempo que transcurre desde los primeros síntomas y hasta las siguientes ocho horas, el margen de tiempo en el cual el tratamiento puede disminuir el impacto y el daño”, dijo Pedro Lylyk, director del Eneri, y referente internacional en neurocirugía. "Esto no hubiera sido posible sin la colaboración estrecha que tenemos con el Inta. El rol del Estado al permitirnos usar sus instalaciones y ha sido enriquecedor para ambos y, claramente, hay un solo beneficiario: el paciente”.
Más conocido como stroke o ACV, el ataque cerebro vascular es la segunda causa de muerte y primera de discapacidad en la Argentina, donde se producen unos 120.000 casos por año, de los cuales un 30 y 40 por ciento registra secuelas graves. Por minuto, en cada uno de estos ataques, se mueren casi dos millones de neuronas. “El ACV es una emergencia médica que debe ser tratada en forma rápida para evitar que el daño se instale progresivamente”, dijo Lylyk.
Qué hace el Inta
La vinculación interinstitucional se basa en una serie de intervenciones quirúrgicas desarrolladas en los laboratorios del Inta mediante técnicas de tratamiento vía indovenosa, no invasivas, aplicadas sobre cerdos y en función de los protocolos internacionales de bienestar animal.
Guillermo Berra, especialista del Instituto de Patobiología del Inta y coordinador del equipo de fisiología y cirugía experimental que trabaja junto al Eneri, indicó que el objetivo de esta vinculación es “entrenar y capacitar a los nuevos profesionales en el desarrollo de tecnologías que puedan ser aplicadas directamente en el tratamiento de seres humanos que hayan sufrido ataques cerebrales”.
El equipo del Instituto agropecuario participa del “cuidado de los animales, los controles clínicos antes de que entren en cirugía, los actos anestésicos y el postoperatorio en los casos que el proyecto lo amerite ¿Por qué el Inta hace esto? Porque es útil a la sociedad. Nuestra institución es polifacética y, fundamentalmente, hace cosas que sirven a la gente. Y es bueno saber que en la Argentina tenemos calidad de profesionales del más alto nivel profesional”.
El laboratorio experimental del Inta Castelar cuenta con un equipo de alta complejidad que está preparado para brindar seguridad en el procedimiento medico y que se complementa con el trabajo realizado por los médicos veterinarios que realizan “todo lo relacionado con el pre-quirúrgico, lo que es el cuidado pos-operatorio y el seguimiento de los animales que es la parte fundamental del proceso que nos permite continuar con cada tratamiento”, dijo Berra.
El procedimiento comienza con 24 horas de ayuno del porcino para administrarle sedantes que permitan trasladarlo al quirófano y someterlo a una intervención de media hora de duración. Luego, el animal es intubado para ser asistido en la respiración y se le efectúan los estudios previos de monitoreo cardiovascular.
Los médicos preparan el trombo –una pequeña muestra de sangre coagulada– que se implanta a través de una arteria femoral hasta llegar a depositarlo en una arteria cerebral, que luego será extraído con alguno de los dispositivos de trombectomía mecánica desarrollados –Merci, Penumbra o Stent Solitaire–.
Asimismo, la elección del trabajo con porcinos se debe a que es el modelo animal utilizado a escala mundial para estas prácticas, porque se adecua al tipo de tecnologías empleadas y porque “es el que más se asemeja a los seres humanos por su conformación anatómica y fisiológica, sobre todo en lo que es la conformación del cerebro y por determinadas características que nos permiten, por ejemplo, practicarles cirugías de trasplantes de órganos”, explicó Berra.

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