martes, 23 de julio de 2013

La fruta peruana busca su madurez


Crecen muy fuerte en paltas y uva de mesa, y ahora apuestan a cítricos y arándanos. Sin embargo, enfrentan problemas por climas y condiciones sanitarias que llevan a que las parras decaigan antes de cinco años, por lo que las arrancan y vuelven a plantar. También les falta una mirada de largo plazo en la comercialización, donde tienen una visión productiva y no de mercadeo.
Hace tres años Sergio Castro tenía una tarea enorme. Como encargado de fertirriego de Camposol debía alimentar e irrigar 1.500 hectáreas de paltos en el Departamento de La Libertad, en el norte de el Perú. 
Para conocer las últimas tecnologías de producción paltera recorrió la zona central de Chile de punta a cabo. Recuerda que cuando visitaba un campo y explicaba la superficie que manejaba, todos se sorprendían. A este lado de la frontera un productor se considera grande si maneja más de 50 hectáreas. “Me da la impresión de que allá es gente que ha heredado la tierra, por eso son superficies más pequeñas. Acá la industria frutícola está marcada por empresarios que llegan de otros rubros y hacen grandes inversiones”, afirma el profesional peruano. 
De hecho, el trabajo de Castro ha crecido en el último trienio. Ahora tiene que encargarse del riego de 2.500 hectáreas de paltos. De paso, Camposol se transformó en la mayor productora de paltas del mundo.
“Aunque no sé por cuánto tiempo vamos a ser los más grandes, pues hay inversionistas que se están metiendo fuerte en la producción de paltas en el Perú”, asegura Castro.
Lo que partió como una simple alza de marea, hoy parece ser un tsunami que abarca a distintos productos. En uva de mesa, Perú ya está marcando pauta con uva de mesa tempranera. En paltas hass, una industria casi inexistente hace cinco años, hoy exporta casi lo mismo que Chile. Y ahora los peruanos van por los cítricos y los arándanos. 
Noticias que en Chile generan incertidumbre, sobre todo por lo agresivo del crecimiento peruano. Hay quienes, por ejemplo, ponen en entredicho el futuro de Copiapó como productor de uva de mesa, frente a la competencia directa de los vecinos del norte. 
Sin embargo, al recorrer los principales centros frutícolas peruanos, la realidad que emerge es más compleja. 
Efectivamente la velocidad del crecimiento frutícola peruano hace parecer como conservadores a los productores chilenos. 
Es común ver empresas que hacen “ensayos” de 50 hectáreas de solo una variedad de uva de mesa. El viento a favor de los buenos precios es el esteroide que alimenta ese tipo de crecimiento. 
Pero también hay señales inquietantes. 
En la última temporada los precios internacionales de las paltas, que eran muy buenos hasta la temporada anterior, cayeron a casi la mitad. Los productores peruanos saturaron el mercado europeo y en un importante número de casos se registraron problemas de calidad en el producto enviado. 
Desafíos como mejorar el conocimiento de la demanda en los mercados de destino, la coordinación de los envíos y resolver problemas de sanidad en las plantas son algunos de los objetivos que tiene la industria del Perú por delante. Tareas en que, por lo demás, un número creciente de profesionales chilenos está trabajando en resolver. 
De Talca a Lambayeque
Como profesional de una oficina que asesora a productores de uva de mesa en Chile, a Alejandra Carreño le tocaba visitar campos desde Buin a Copiapó. Pero ni esa experiencia ni sus estudios de Agronomía en la Universidad de Talca la prepararon para su más reciente experiencia laboral. Hace cuatro meses es la gerenta del área de uva de mesa de la empresa Proserla en Lambayeque, en el norte de Perú. Tiene a cargo 130 hectáreas en plena producción, más otras 30 hectáreas en formación.
Ahí enfrenta desafíos desconocidos para ella en Chile: Las plantaciones no detienen naturalmente su crecimiento en ningún momento del año. Solo un trabajo intenso de poda le permite simular un receso invernal. Es viticultura de clima tropical. 
Si bien la exportación de uva de mesa en Perú partió en Ica, 300 kilómetros al sur de Lima, la falta de agua y tierras productivas llevó a dirigir las miradas a la costa norte. Así, en el último lustro Piura, Trujillo y Lambayeque aparecieron en el mapa de la uva de mesa. Allí se replicó la forma de producir de Ica.
El problema es que las condiciones son muy distintas, la presión de nemátodos es fortísima -hasta seis generaciones en un año- lo que daña las raíces. Además, el clima permanentemente cálido es ideal para la reproducción de enfermedades. 
Como las plantaciones son muy recientes, los problemas de sanidad todavía no se han mostrado en toda su magnitud. Sin embargo, se admite públicamente que ya al quinto año de producción las parras muestran gravísimos problemas de sanidad y producciones declinantes. 
“Los empresarios quieren retornos rápidos y ya al año las plantas están en producción. Les interesa sacar el mayor volumen posible”, afirma Alejandra Carreño. 
La lógica imperante ha sido que cuando las parras comienzan a caer en su producción, simplemente se arrancan y reemplazan por otras. A final de cuentas la rentabilidad da para eso. 
No obstante, no se sabe hasta cuándo tendrán esa ventaja. 
Perú llegó a 19 millones de cajas de uva de mesa exportadas en la última temporada y se espera que de aquí a cinco años supere los 40 millones de cajas.
En comparación, Chile se estabilizó sobre las 100 millones de cajas por temporada. 
La duda es qué va a pasar en el momento en que el precio de la uva peruana baje y ya no sea sustentable la actual política productiva. 
“Son pocas la empresas con esa visión. Hay que hacer investigación propia, pues las soluciones que existen en Chile no necesariamente funcionan en el norte de Perú. En parte, a mí me contrataron para eso, pero no son muchos los empresarios que piensen así”, afirma Alejandra Carreño. 
Mejorar comercialización
En su oficina en Lima, a punto de partir a un viaje de visita a productores hasta casi la frontera con Ecuador, Francisco Rodríguez, socio de Utilitas-Perú, una empresa que asesora a los exportadores frutícolas, va directo al grano. 
“Aquellos que dicen, como me ha tocado escuchar en Chile, que en Perú todos los fruticultores obtienen muy buenos resultados están muy equivocados. La realidad es que acá a un buen productor le puede ir muy bien, pero alguien que trabaja mal va a tener malas rentabilidades”, explica Rodríguez. 
Para el ejecutivo, la falta de una mirada de largo plazo, que afecta la sanidad de las parras nortinas, también se manifiesta en la comercialización de la fruta. 
Aunque las grandes empresas del sector han logrado desarrollar relaciones de largo plazo con compradores, entre pequeños y medianos productores opera la informalidad, en que la fruta se ofrece al comprador que llega al predio y ofrece un poco más que el resto. 
Más del 85% de los envíos de uva de mesa peruana corresponden a red globe. Esa variedad con pepa va principalmente a China y Corea del Sur. Eso sí, esos países tienen gustos bastante diferentes. Mientras que los consumidores chinos prefieren uvas de color claro, los coreanos quieren que sean bien oscuras. 
El problema es que los productores peruanos no lo tienen claro y envían su producción sin discriminar por mercado. Nuevamente su énfasis es productivo y no de mercadeo. 
“Este negocio funciona en el largo plazo cuando eres capaz de enviar un producto específico a un mercado determinado. Si los chinos quieren un Ferrari rojo, no le puedes enviar uno burdeos. Si es que te lo compran, te van a castigar mucho el precio”, afirma Rodríguez. 
Esa falta de prolijidad significó que en la última temporada, atizado por el aumento de la oferta, se viera una gran heterogeneidad de resultados en China. Mientras que productores bien enfocados, los menos eso sí, obtuvieron retornos por sobre US$ 40 la caja de red globe, una parte importante rondó los US$ 19 la caja. 
Teniendo en cuenta que los costos de embalaje y traslado desde Perú a China son de US$ 10, se tiene en claro que la rentabilidad no fue muy atractiva para ellos esta última temporada.
Sin embargo, ese es un tema que se puede trabajar con relativa facilidad y requiere de medidas relativamente simples, como una buena selección de las uvas en los packings con el fin de tener cajas homogéneas y destinadas a un mercado específico. 
Mayor información
Como hasta la última temporada los precios fueron bastante buenos, las empresas frutícolas peruanas no tuvieron la necesidad de trabajar en conjunto. No existen estadísticas actualizadas y comunes de producción ni exportaciones, ni especificaciones de la calidad necesaria para que una fruta cruce la frontera. 
La situación de la palta ejemplifica los problemas que eso puede acarrear. 
La última temporada, los envíos se concentraron en el Viejo Continente, debido a las señales de buenos precios. Sin embargo, como no existe un sistema de información en tiempo real respecto del procesamiento en packings y de embarques en puertos, no se tuvo claro el aluvión de envíos que se produciría. 
Para peor, la premura por exportar hizo que un número importante de paltas saliera sin cumplir con los estándares mínimos de materia seca y de aceites que se estilan en la comercialización de esa fruta.
De hecho, algunos recibidores europeos reaccionaron pidiendo que en el futuro los envíos de paltas peruanas salieran sin etiquetas del país, para no desalentar a los compradores, que tuvieron una mala experiencia con la calidad de la última temporada. 
Desde Chile esa situación es seguida con interés. 
“La palta peruana es una industria naciente y están enfrentando problemas típicos de crecimiento. A nosotros nos conviene que les vaya bien, pues por fechas de producción somos complementarios. Nos pueden ayudar a mantener el consumo interno en momentos en que nosotros bajamos la oferta y podemos ingresar a Asia, un mercado que será interesante en el futuro, de manera conjunta”, afirma Adolfo Ochagavía, presidente del Comité de Palta Hass de Chile. 
Por lo que se ve, al menos a nivel agrícola, Chile y Perú tienen relaciones más que estrechas.
“Claramente, Perú es una competencia para Chile en uva de mesa, aunque es más complementario en el rubro de las paltas. Las inversiones agrícolas allá son más agresivas, con ‘pruebas’ de 50 hectáreas”.
Manuel José Alcaíno, presidente Decofrut
“Los inversionistas en producción de fruta vienen de otros rubros, como la minería o la pesca, y son abiertos a la innovación y al cambio. Este rubro tiene un buen futuro, siempre que hagan las cosas bien”.
Francisco Corbetto, gerente de Producción Don Fermín
“Los productores de paltos se están replanteando su forma de trabajo luego del revés del último año. Creo que falta por mejorar el manejo de la uva de mesa en el norte. Eso sí estimo que hay un gran potencial de calidad en cítricos en Ica”.
Mauricio del Real, gerente Agrícola La Calera 
“El crecimiento de la superficie frutícola al sur de Lima, en parte, se inició por la caída de la rentabilidad de rubros exportadores como los espárragos. El norte del Perú va a retomar su prosperidad, perdida con la Reforma Agraria”.
Antonio Polo y La borda, gerente general Corporación Misti

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