viernes, 12 de julio de 2013

La oferta convierte a la carne en un alimento “barato”


Si bien los cortes vacunos están más caros respecto del pollo, se abarataron en relación con la inflación, los panificados y lácteos. Entre carne vacuna, porcina y aviar, el mercado doméstico tiene una oferta de 115 kilos por habitante, por encima de la demanda.
En forma imperceptible, el mercado ganadero ha pasado de la euforia de 2011 al escepticismo de 2012 y al pesimismo en 2013.
Los ganaderos saben que no pueden lidiar con la inflación –no le ponen el precio a lo que venden– y la experiencia histórica demuestra que la rentabilidad ganadera se ve muy afectada en los períodos inflacionarios. En dos años hemos pasado de valores reales récords a mediocres. El mercado doméstico de carnes está sobreofertado: la oferta es alta, a causa de la recuperación del rodeo y a causa de que la retención ha menguado hasta casi desaparecer.
Esa mayor oferta, que para este año estimamos en unas 200 mil toneladas de carne con respecto al año pasado, no encuentra salida en la exportación que, en lo que va del año y aunque parezca mentira, sigue cayendo. A la mayor oferta de carne bovina (toda volcada al mercado interno) se le suma una producción fuera de control de carne aviar que, después de varios años de subsidios, maíz “pisado” y créditos blandos, está volcando al mercado un volumen que, si bien ha caído con respecto al pico de 2012, sigue siendo muy superior a lo que el mercado local puede absorber.
 
Se han hecho enormes inversiones y hay exceso de capacidad instalada. Si bien habría un acuerdo para adecuar la producción a la actual demanda, la faena de pollos cae, pero bastante menos de lo necesario para que se recuperen los precios.
Así, pasada la fase de retención más aguda, los ganaderos están volcando ocho a 10 por ciento más de carne que en 2012, a un mercado que luce saturado. La economía, después de crecer durante varios años a tasas chinas, se ha amesetado; los salarios reales del sector formal, que habían crecido fuertemente en los años anteriores, dejaron de mejorar. Se ponen muchas esperanzas en que el consumo popular, como consecuencia de la finalización de muchas paritarias en estas últimas semanas, tienda a tonificarse en los meses previos a las elecciones. Pero ya no es un problema de demanda: la oferta conjunta de carnes (vacuna, porcina, aviar) es con 115 kilos per cápita, más alta que lo que el mercado puede asimilar.
Para los sustitutos, se presenta otro problema: la carne vacuna al público, después de dos años de crecer por debajo de la inflación y de los salarios, vuelve a percibirse como “económica” o “barata”. Esto supone un problema muy serio para colocar “físicamente” la alta producción de carne aviar y porcina. En los últimos meses han aparecido en oferta entre cuatro a seis kilos adicionales ( per cápita ) de carne vacuna, y la demanda los absorbe. La hipótesis sería: si hay carne vacuna en precio y abundante tiene prioridad en el consumo; si bien está cara, con respecto al pollo, se abarató en relación a la inflación, los salarios y al resto de los alimentos, como por ejemplo panificados y lácteos.
Hace muchos años, una de las principales cadenas de hipermercados del país redujo durante un fin de semana el precio del pollo al público en 50 por ciento: las ventas de carne vacuna cayeron 10 por ciento. Al fin de semana siguiente, rebajaron la carne vacuna un 50 por ciento y la venta de pollo cayó 90.
*Analista del mercado ganadero y de carnes

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