viernes, 5 de julio de 2013

La verdad detrás del incidente de Guillermo Moreno en la Embajada de Estados Unidos

La presidenta está doblemente enojada con el secretario de Comercio Interior. Le molestó que mientras ella viajaba a Bolivia a solidarizarse con Evo Morales por las afrentas que sufrió a raíz del caso del espía Edward Snowden, su funcionario celebrara junto a la embajadora de Estados Unidos. Porqué el funcionario agredió a los periodistas de Clarín y que piensa Cristina.
Esta vez le salió mal. Guillermo Moreno suele utilizar en función de su propia construcción de poder al interior del kirchnerismo, las obsesiones de Cristina. Alimenta su natural propensión a la desconfianza y apalancado en la previsible reacción de la Presidenta, avanza y acumula poder.
Sin embargo, ese fino olfato para la relación interpersonal con la Presidenta no tuvo un correlato lógico en la lectura del momento político. Mientras Cristina volaba a la cumbre regional de urgencia que se celebró en Cochabamba para solidarizarse por el burdo agravio de Europa al presidente Evo Morales -alentado por Estados Unidos-; Moreno no tuvo mejor idea que sumarse entusiasta a la celebración del 4 de Julio en la embajada de Norteamérica, en un besamanos que básicamente concentró a la dirigencia opositora y los sectores empresarios más críticos de la Casa Rosada.
Enterada de esta novedad, la Presidenta empezó a filtrar su desagrado. No quedaba para nada coherente que mientras ella despotricaba en Bolivia contra los reflejos imperialistas de Europa y Estados Unidos, uno de los hombres más poderosos de su gobierno posara sonriente para los fotógrafos junto a la embajadora de ese país.
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Guillermo Moreno junto a la embajadora de EE.UU.
 
Fieles a la exageración, los correveidiles de la Presidenta empezaron a cruzar mensajes en los que tildaban a Moreno directamente de “cipayo”. No es un secreto que el secretario de Comercio Interior tiene un sugestivo y cercano trato con “la Embajada” y las empresas de ese país, como en su momento cultivó el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
Como sea, enterado de la furia presidencial, Moreno montó el show de su agresión a los periodistas de Clarín, repitiendo un viejo esquema: Cada vez que ve peligrar su posición interna en el Gobierno realiza alguna embestida pública y rutilante contra el grupo, conocedor que eso lo enciende a los ojos de la Presidenta.
Fue la táctica a la que apeló durante la pasada crisis del dólar blue, cuando en la misma jornada que rozó los dos dígitos desembarcó en una asamblea de Clarín junto a Axel Kicillof y se enredó en una discusión pública con los directivos del grupo.
Buscó así Moreno que el escándalo de su pelea con los periodistas de Clarín, tapara el dato político más profundo de su desacople con una posición internacional de la Presidenta.
El problema es que esta vez sólo consiguió sumarle enojo al enojo. Cristina al enterarse del bochorno se exasperó por lo que consideró una metida d epata mayor, ya que terminó siendo funcional a los medios y la oposición, justo cuando la campaña empieza a tomar color y va configurando una pelea que no se avizora para nada fácil.

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