jueves, 11 de julio de 2013



Riachão do Jacuipe, Bahía, Brasil – Riachão do Jacuipe es un pequeño municipio de Brasil, concretamente se ubica en el estado de Bahía, y su historia se remonta a 1878, año en que fue fundado. Posé unos 35.000 habitantes y el clima es semiárido.
La economía del estado de Bahía se basa en la agricultura (caña de azúcar, mandioca, etc.), y últimamente ha adquirido más importancia la soja; también hay establecimientos ganaderos y producción minera (oro, cobre, magnesita, cromita, petróleo).
Hasta Riachão do Jacuipe fue el periodista Mario Osava de la agencia IPS, donde fue recibido por Abel Manto, un productor agrícola que ha sabido vencer la sequía cruda que afecta la zona y que se autodefine como “agricultor familiar en transición hacia la agroecología”
“La primera sorpresa al llegar a la finca de Abel Manto es el verde de la vegetación, que contrasta con los alrededores castigados por la escasez de lluvias. Sus frijoles y frutales parecen ignorar la porfiada sequía que soporta el interior semiárido del nordeste de Brasil, la peor en 50 años”, escribió Osava.
El secreto está una “represa subterránea”, que fue construida con telas de plástico tendidas bajo suelo para contener el agua, mantiene la tierra húmeda por largo tiempo, permitiéndole sembrar en unos 1.000 metros cuadrados en plena sequía.
Variadas técnicas de recolección y almacenaje de agua pluvial, como “barreros” (charcos), cisternas, “represitas sucesivas” y “calçadão” (calzada de hormigón), acopian, cuando llueve normalmente, casi 1,9 millones de litros de agua al año, en su propiedad de 10 hectáreas, calculó Manto que vive con su esposa e hija.
Los tres consumen 277.000 litros de agua, el resto de lo acopiado es usado en pequeños animales domésticos, irrigar y siembras.
Pero la sequía de este año ha sido muy severa y se vio ante la necesidad de “elegir prioridades”, y Abel Manto optó por salvar cultivos que exigen menos agua.
El artículo publicado en IPS el 2 de julio agrega que Manto se hizo conocido a los 40 años como “inventor de soluciones para convivir con las periódicas sequías del semiárido brasileño”. El gran éxito de este productor es la bomba hidráulica que denominó “Malhação” (gimnasia para cultivar músculos), por ser manual y demandar algún esfuerzo físico. Un aparato de unos 80 centímetros de altura y componentes baratos, como tubos y botellas de plástico, pelotitas de vidrio e incluso cánulas desechadas de bolígrafos.
Cada uno cuesta solo 116 reales (53 dólares), incluyendo las tuberías para irrigación por goteo, y 70% más si el usuario prefiere una manivela metálica para operarla con menos esfuerzo. La presión permite captar el agua a hasta cuatro metros de profundidad y lanzarla a centenares de metros, variando según el declive del terreno. “Un comprador dijo que logró irrigar a 600 metros”, narró Manto. Pero los  compradores de “Malhação” no son solo brasileños (que han adquirido 2.000 unidades en el nordeste), también los hay en Sudáfrica y hay interesados en Europa. En su fabricación ha empleando a 15 personas.
Manto también produce biogás para su cocina, aún no llega a la autosuficiencia, pero lo intenta, y lo hace utilizando materiales e insumos locales.
Jacira de Oliveira, esposa de este novedoso productor, dijo a IPS que su vida ha mejorado notoriamente. “Nuestra vida mejoró 100 por ciento”.
El artículo detalla que la actividad productiva de Manto se basa en datos precisos. La sequía, que ya dura 27 meses, le costó la pérdida de 60% de sus 147 plantas de frutales de distintas especies, como chirimoyas, naranjas y guayabas. “Sobrevivieron los ejemplares más adultos y de raíces profundas”, afirmó.
CABRAS Y OVEJAS.
Abel Manto también trabaja con cabras y ovejas, tiene 38 ejemplares. Para alimentarlos convierte en forraje todo lo que encuentra, incluso especies consideradas hierbas malas, de las que conoce sus calidades nutricionales. La hoja de “catingueira”, un árbol típico del bioma local, la caatinga, tiene 14 por ciento de proteína, lo mismo que el “palo de ratón”. El “mata-pastizal”, matorral odiado por la población local, los aventaja con 20 a 22 por ciento de proteína, afirma el artículo en base a lo explicado por Manto.
“Son muchas las especies consideradas dañinas”, cuyo potencial alimenticio se pierde debido a las creencias tradicionales, señaló, mostrando las 11 especies henificadas en la casucha que le sirve de silo.
La vieja cultura traba la innovación y el espíritu emprendedor bajo el argumento de que “mi padre siempre lo hizo así”, lamentó.
Pero este raro productor no se guarda su conocimiento sino que lo transmite dando clases a 27 alumnos de la comunidad rural que integra.
FALTA ASISTENCIA.
Esaú da Silva, titular de la Secretaria Municipal de Desarrollo Económico Social y Medio Ambiente de Riachão do Jacuipe, dijo a IPS que el principal problema no es el agua, sino “la falta de asistencia técnica” a los agricultores del municipio, donde 40% de sus 33.000 habitantes viven en el campo.
Pero el acopio de agua de lluvia es clave para la pequeña agricultura en todo el Semiárido. En Riachão do Jacuipe, en el interior del estado de Bahía, llueve poco, de 590 a 660 milímetros al año como promedio, y en 2012 bajó a 176 milímetros, según Manto.
Los sistemas usados por él son las llamadas tecnologías sociales que promueve hace 14 años la Articulación Semiárido Brasileño (Asa), una red de más de 800 organizaciones. Su primera meta, de diseminar un millón de cisternas de 16.000 litros de agua potable, va por la mitad.
(En base al artículo “Un laboratorio vivo de buena convivencia con la sequía en Brasil” del periodista Mario Osava, publicado por IPS el 2 de julio de 2013. En la foto Abel Manto muestra en su finca un tanque de agua de lluvia y los frijoles que logra sembrar pese a los dos años de persistente sequía.

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