lunes, 12 de agosto de 2013

Antemortem: un chequeo crucial para determinar si un animal llega al consumo

Permite a veterinarios e inspectores determinar si los animales son aptos para el sacrificio.
Se denomina “inspección antemortem” y permite a veterinarios e inspectores oficiales determinar si los animales son aptos para el sacrificio y posterior consumo humano; temblores, cojeras, anomalías en la respiración o desorientación en el ganado pueden ser algunas de las señales de alerta. Según explica a Efeagro el experto en calidad y seguridad alimentaria, Antonio Benlloch, esta inspección es la puerta de entrada de la carne a la cadena alimentaria. El proceso “antemortem” está recogido en la correspondiente normativa comunitaria y la inspección comienza con la descarga del ganado del camión de transporte que los traslada desde la explotación.
   Benlloch detalla que, durante la descarga, los veterinarios analizan visualmente cómo se desenvuelve cada animal en movimiento, y así detectar posibles cojeras, renqueo, movimientos anormales, desorientación, temblores, escalofríos, posiciones anómalas del cuerpo, dificultad para levantarse o deambular y un comportamiento general (desde la excesiva excitabilidad a una depresión).

    Una vez en tierra firme, se atiende al ganado en reposo: su aspecto general, si está muy delgado o débil, descoordinación, ojo perdido, diarrea, sangre, olores anormales, respiración anómala, ubres con mastitis, dificultad al beber o tragar y marcas superficiales, como heridas, fracturas hinchazones y hernias.

    Una vez efectuado dicho análisis, los animales pueden ser considerados aptos, en cuyo caso pasarán a ser sacrificados y se someterán a la inspección “postmortem”. Si por el contrario, son declarados no aptos, se sacrificarán de urgencia y se procede a su decomiso.

    La tercera opción es que el animal sea denominado “sospechoso”, lo que significa que será sometido a una inspección rigurosa por el Servicio Veterinario Oficial (SVO).

    En ese momento, son apartados a cuadras específicas y, una vez allí, se analiza si el defecto visto “se corresponde a una enfermedad o a un problema que los haga no aptos para el consumo humano”, según ha matizado Benlloch, que fue director de Calidad en la empresa Oscar Mayer.

    El ganado que ha resultado apto en “antemortem” se somete, tras su sacrificio, a la inspección “postmortem” en la que los profesionales veterinarios examinan la superficie, el interior de la canal y las vísceras.

    Benlloch ha señalado que el veterinario usa sus conocimientos en anatomía patológica para determinar si, finalmente, el animal es apto para consumo en su integridad, si es necesario expurgar alguna zona por alguna lesión -como puede ser la tuberculosa- o si es decomisado debido a que presenta amplias zonas afectadas. Si hay anomalías, son finalmente comunicadas al ganadero de la explotación.

    El experto en calidad ha informado de que el porcentaje de no aptos es “muy bajo” en España, un proceso que, a su juicio, es fundamental para la sanidad humana y animal y la seguridad alimentaria.

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