viernes, 2 de agosto de 2013

Argentina trabaja en proyecto para aumentar vida útil de las frutillas

El “quitosano” es un biopolímero que proporciona al fruto características antimicrobianas, antivirales y antifúngicas.
Un grupo de investigadores del Centro INTI- Mar del Plata en Argentina trabaja en un innovador proyecto que pretende extender la vida útil de las frutillas poscosecha. El objetivo se lograría mediante un recubrimiento de quitosano, un conservante natural obtenido a partir de los residuos del procesado de langostinos.
Fernando Bollini INTI Argentina
Fernando Bollini, ingeniero químico del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), habló con PRA para contar más detalles sobre este innovador proyecto y los beneficios que aportaría a la industria frutícola.
“Conocíamos las propiedades microbianas del quitosano, entonces se propuso a las autoridades del INTI trabajar en el tema. La idea no sólo era trabajar en el quitosano, sino producirlo nosotros mismos, sabiendo que proviene del reproceso del langostino”, comentó Bollini.
A partir de esa instancia, el centro autorizó el proyecto y el grupo de la Unidad Técnica de Desarrollo y Tecnología de Mar del Plata, al que pertenece Bollini, comenzó a trabajar en las pruebas correspondientes.
“Se atacó directamente al fruto, hay más posibilidades, pero en una primera instancia bañamos el fruto por inmersión en el quitosano. La frutilla es importante en el Mar del Plata, por lo que se empezó a trabajar en ese producto”, indicó Bollini. Y agregó, que “al lograr proteger la frutilla con este baño de quitosano, se pudo mantener al fruto más fresco, debido a éste arma una estructura que cubre a la frutilla, retardando el proceso de oxidación y su deterioro”.
De este modo, se puede alargar la vida útil del producto durante la poscosecha, periodo en el cual se mantendrá con mayor contenido de agua y vitamina C, en comparación a la fruta sin tratar.
Cabe señalar que el quitosano es un conservante natural, sin toxicidad, biocompatible y naturalmente degradable, cuyas propiedades antimicrobiana, antiviral y antifúngicas llamaron la atención de los investigadores, quienes decidieron aplicarlo a la industria de la frutilla argentina.
“Algo muy importante que aporta el quitosano, es que se logró reducir la carga fúngica, o sea, ataca el hongo que afecta a la frutilla, de modo que, al hacer la comparación con la muestra ‘natural’, la frutilla con quitosano se veía mucho más fresca. Esto aumentaría las posibilidades de consumo debido a que el hongo no habría afectado su aspecto”.
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Y es que durante el período de poscosecha del fruto, éste es mantenido en cámaras durante un plazo máximo de cinco días, para mantenerse en el comercio por otros tres a cuatro días máximo. Una vez transcurrido este período, cerca de un 40% de la fruta es descartada por mala apariencia, ya sea por el proceso de descomposición propio o a causa de microorganismos.
Así, este proyecto se presenta como una alternativa a los compuestos químicos que se aplican a los frutos para su conservación. El quitosano es un componente natural y amigable con el medio ambiente, por lo que los investigadores esperan continuar realizando estudios en otras frutas y verduras.
“Ahora estamos haciendo algunos ensayos preliminares para ver si se puede aplicar este método a otras frutas y estamos prontos a firmar un convenio con el INTA de la ciudad de Balcarce. La idea es trabajar con la plantación y la cosecha de las frutillas y, por otro lado, trabajar con otros productos que tengan que ver con la producción de la zona”.
“Entendemos que al atacar la plantación y, de ser posible una combinación con la poscosecha inmediata -antes de la comercialización-, podríamos reducir las pérdidas de frutilla, las cuales rondarían el 40%”, concluyó.

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