domingo, 4 de agosto de 2013

El precio de la uva malbec se mantuvo sin cambios

Subió apenas algo más del 1% respecto de la temporada pasada, lo que no compensó el incremento del más del 20% del costo de producción. El cultivo va dejando de ser sustentable.
¿Cuánto recibió un viñatero de la zona por un kilo de uva en fresco durante la última campaña? ¿Fue más rentable la pinot negro que la cabernet sauvignon? ¿Cuál es la diferencia con los valores que se manejan en las distintas zonas de Mendoza?
Estas inquietudes y otras forman parte de la temática abordada en el Informe Temporada Vitivinícola 2012-2013 de la Patagonia Norte, realizado por el Centro de Desarrollo Vitícola Patagonia Norte (Cdvpn) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Ésta es la segunda edición de una iniciativa que, entre otras cosas, logra hacer más transparente el mercado regional de uvas para vinificar.
¿Por qué? Refleja los valores mínimo, máximo y promedio de las principales variedades de alta calidad enológica que se comercializan en la provincia de Río Negro y Neuquén.
De acuerdo con el informe referido, el precio promedio ponderado para un kilo de uva malbec fue de $ 3,24.
Este dato surge de un relevamiento de 35 productores en actividad (de un total estimado de 39) que comercializan uva con destino vinificación. No se incluyen aquellos elaboradores de vino casero y artesanal que procesan su propia materia prima.
La variedad mencionada es el emblema de la vitivinicultura argentina, lidera las exportaciones de vino al igual que los despachos al mercado interno, y es la que registra los mejores precios tanto en la zona como en Cuyo. ¿Qué queda entonces para las demás cepas? En el caso del pinot negro, el trabajo del INTA-Coviar señala que el valor promedio por un kilo de esta variedad fue de $ 2,72 durante la temporada 2012/2013.
Vale la pena recordar que continuamente desde medios especializados y organismos públicos y privados se destaca el potencial que tiene nuestra región para el cultivo de la malbec.
La cabernet sauvignon tampoco escapa a la crisis. El valor promedio cayó un centavo, hasta los $ 2,68, ubicándose así apenas cuatro centavos por debajo de la pinot negro. (Ver infograma)
Entre las variedades blancas, la sauvignon blanc alcanzó en algunos casos los $ 2,80, pero el valor central ponderado se ubicó en $ 2,44, registrando así una leve suba del 1,24% respecto al año pasado.
No hace falta indicar que se trata de las variedades con mayor demanda comercial en la actualidad. El panorama se torna más desalentador en el caso de uvas como merlot y torrontés, dado que el precio promedio ponderado es inferior al costo de producción estimado por el INTA-Coviar.
A modo de comparación, de las estadísticas publicadas por el Observatorio Vitivinícola Argentino (convenio Coviar-Bolsa de Mercado de Mendoza), en la principal provincia vitícola, el precio más bajo que se pagó por un kilo de malbec en la vendimia pasada fue de $ 3,18 en la zona norte de dicha provincia. En Valle de Uco alcanzó los $ 4,90.
Destinos de la uva
Otro aspecto interesante que se destaca en el informe referido anteriormente es que el 48% del volumen cosechado por los productores relevados tuvo como destino la elaboración bajo la modalidad a “maquila”.
Ésta consiste básicamente en la entrega de la fruta a una bodega de terceros para que ésta elabore vinos de iguales características que las uvas provistas. El viñatero paga el servicio de elaboración con parte de ese vino, mientras que el resto que le queda lo guarda para venderlo más tarde. De alguna manera, ésta es una forma de ahorrar y especular con una mejora en los precios del producto final.
Sin embargo, en el actual contexto donde los precios de los vinos prácticamente se mantienen iguales y los costos no dejan de subir, esta alternativa pierde atractivo. A esto se suma el hecho de que el productor tiene que esperar entre cinco y seis meses para disponer del vino para venderlo y así obtener recursos para afrontar las tareas en la chacra, que comienzan en mayo y junio con la poda. (Ver nota aparte)
Otro 47% de la cosecha fue vendido a bodegas, en tanto que el restante 5% se entregó a elaboradores de vino artesanal y casero.
Rentabilidad
A diferencia de lo que ocurrió con los precios, el costo de producción unitario registró una suba más que interesante en el último año. De acuerdo con la estimación realizada por el INTA y el Cdvpn, producir un kilo de uva cuesta $ 2,45 por kg, con un desvío de +/- $ 0,2.
Esto indica un aumento del costo del 22,5% respecto de la temporada 2011-2012.
Con los valores de venta en fresco para la malbec, el margen bruto anual para una hectárea se ubica en torno de los $ 6.500. Este número no incluye las respectivas amortizaciones y parte del supuesto de un rendimiento óptimo de 11.000 kg/ha. Hay que considerar que una parte importante de los cultivos en la región tiene un rinde menor, el cual está más cerca de los 7.000 kg/ha. Uno de los factores que explican esta cifra es el pobre estado nutricional de algunos viñedos, lo cual guarda estrecha relación con lo que recibe un viñatero por su uva. No se necesita hacer un análisis matemático avanzado para darse cuenta de que el margen bruto cambia drásticamente para el resto de las variedades, hasta el punto tal de que en el caso de la merlot, torrontés y tintas comunes, el productor no alcanza a cubrir el costo de producción.
¿Qué alternativas posee? Difícilmente pueda tener mayor injerencia en la formación de los precios. De hecho, es común que éste no sea conocido por el productor al momento de entregar su uva.
Por el lado de los factores no precios, se podría pensar, entre otros, en avanzar en la tecnificación del campo para aumentar la eficiencia y reducir costos, participar de algún esquema de asociativismo o cooperativismo y reconversión hacia variedades con mayor valor comercial.En este último caso, ¿a qué cepas orientarse?:¿malbec?, ¿pinot?, ¿tintas o blancas? Si la toma de decisiones se basara solamente en el precio… entonces se optaría por la malbec antes que arriesgarse con otras variedades. Al margen de que esto podría derivar en un exceso de oferta que presione los precios hacia la baja, también implica una fuerte inversión y una dulce espera de tres a cuatro años para que la planta comience a producir. Esto plantea dos cuestiones a resolver en relación con el flujo financiero. Primero, cómo hacerse de los recursos necesarios para afrontar el proceso de reconversión y, segundo, cómo compensar la caída de la producción y, por ende, de los ingresos como consecuencia de la implantación.
También se podría señalar la innovación como una forma de producir bienes más diferenciados y ganar competitividad. De ser así, la pregunta que surge inmediatamente es ¿cómo lo lograría un productor primario?: ¿ensayando nuevas variedades?, ¿estableciendo un vínculo con una bodega para desarrollar algún producto? Independientemente de cuál sea la estrategia seleccionada, cualquiera de estas exige una significativa erogación de recursos, la cual, con los márgenes brutos detallados más arriba, resulta toda una epopeya.
Cosecha complicada
En lo que respecta a las dificultades que los productores debieron sortear durante la vendimia pasada, el relevamiento señala la “débil demanda de uva en la región, la falta de mano de obra para la cosecha y los costos cada vez más elevados”. Asimismo, algunos viñateros indicaron como un obstáculo más la logística de algunas bodegas durante la cosecha.
De cara al futuro, el relevamiento del INTA y el Cdvpn muestra que las expectativas entre los integrantes del sector no son para nada positivas. Sólo el 3% de los productores primarios encuestados avizora un futuro bueno para su actividad.En cambio el 69% cree que la actividad vitivinícola no mejorará.

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