martes, 6 de agosto de 2013

La soja se devaluó un 16% en el año y perjudicó al que la retuvo

Por escapar a la inflación, muchos productores se habrían perjudicado con la caída del precio internacional. Se estima que hay en la actualidad 21Mt de soja en los campos. La Mesa de Enlace recomendaba no vender soja.
“Si no se cargan barcos (con soja) durante un mes, que es la medida que estamos manejando hoy, se paraliza la economía y el Gobierno tendrá que ver de dónde saca los dólares que tanto necesita”, decía el presidente de la FAA, Eduardo Buzzi en febrero de este año.

Lo acompañaba con igual entusiasmo el presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, incitando a los productores a retener el grano en los campos, no solamente como medida de fuerza política económica para desfinanciar al Estado, sino también para mantener el valor de su capital por la inflación y ante el cepo cambiario.

No se sabe con precisión cuántos productores habrán seguido la recomendación de los ruralistas, pero al 30 de junio había unas 30 millones de toneladas de soja sin exportar ni procesar, el 60% de la última cosecha.

Ya en agosto el volumen de soja que quedó en los silobolsa en los campos ronda los 21 millones de toneladas. Para quienes no la vendieron la mala noticia es que su stock de capital se devaluó alrededor de un 16% por la caída del precio de la soja de las últimas semanas.

Para colmo según los informes climáticos recibidos por El Enfiteuta de la campaña gruesa en los Estados Unidos indican que el 64% de los cultivos de soja están en condiciones entre “buenas y excelentes”, por lo que se espera una cosecha elevada, lo que podría deprimir más el valor de la oleaginosa.

Los productores argentinos podrían haber vendido cuando el precio internacional de la oleaginosa era de 592 dólares la tonelada (precio máximo del año), ahora el valor FOB oficial es de 498 dólares. Es decir que se perdieron casi 100 dólares por cada tonelada guardada.

Tampoco hay buenas noticias para los propietarios de los campos que suelen cobrar sin interesarse de los riesgos que padece el arrendatario, debido a que por un exceso de soja sin vender el precio de los alquileres se habría derrumbado entre un 20 y un 40%, dependiendo la zona productiva.

Para campos de la zona núcleo, la caída del precio rondaría el 20%, en tanto que para las zonas marginales llegaría al 40%. Sucede que los arrendatarios no quieren pagar por buenas, tierras que tienen un alto riesgo climático, y están transmitiendo esa incertidumbre al propietario en el precio.

Tampoco hay dólares en plaza como pretenden muchos propietarios, para alquilar los campos. Y la modalidad que más se escucha es ir a porcentaje con el productor arrendatario, compartiendo más aún el riesgo productivo.

En ese sentido, un trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) señaló que la reducción en el valor de los alquileres asegurará la rentabilidad a quienes mantengan la decisión de sembrar.

“Cuando hay cambios en la relación de los costos y los ingresos los arrendamientos cambian”, dijo el INTA. En la Argentina, el 70% de la producción de granos se realiza mediante al modalidad de arrendamiento con una ley que data de 1948, mutilada por las distintas dictaduras del siglo veinte, y que para muchos debería ser aggiornada.

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